Eritategoromo

El eritategoromo (japonés: 襟立衣; manto de cuello alzado) es uno de los muchos yokai que ilustró Toriyama Sekien en su Gazu hyakki tsurezure bukuro (japonés: 百器徒然袋; Bolsa de los cien utensilios aparecidos al azar). Se trata del atuendo que usan los monjes budistas de más alto rango sobre sus ropas corrientes y que destaca por el gran cuello alzado que llega a ocultar la parte posterior de la cabeza. Este en concreto, según Toriyama Sekien, pertenecía a Sōjōbō, el líder de todos los tengu que vive en el monte Kurama. Tal vez cobró vida al imbuirse de la poderosa energía sobrenatural de su dueño o, quizás, al igual que el resto de tsukumogami, por alcanzar los cien años de antigüedad.

Ilustración de Shigeru Mizuki

Nyoijizai

El nyoi, dentro del budismo, es un cetro ceremonial y talisman que representa la buena suerte. Pese a este simbolismo, los nyoi eran empleados por los monjes para rascarse la espalda y, tras años de mundano uso, cobraban vida y se convertían en un yokai llamado Nyoijizai (japonés: 如意自在), cuyo nombre puede interpretarse tanto como «nyoi libre» o como la frase «así como desees». Toriyama Sekien ilustró a este tsukumogami en su Gazu hyakki tsurezure bukuro (japonés: 百器徒然袋; Bolsa de los cien utensilios aparecidos al azar) como un diablillo peludo que sigue dedicándose a rascarle la espalda a quien lo necesite, aunque se corría el riesgo de acabar muy magullado por los arañazos que daba con sus afiladas garras.

Ilustración de Shigeru Mizuki

Chochin obake

Al igual que le ocurre a otros objetos según las creencias japonesas, un farol de papel puede convertirse en un yokai llamado Chōchin obake (japonés: 提灯お化け; farol de papel fantasma) al alcanzar cierta edad. Es uno de los tsukumogami más populares junto al karakasa kozo y su actividad favorita es simplemente la de asustar a los humanos.

Shigeru Mizuki contó en su Enciclopedia yokai la historia de un hombre que tuvo que salir de su aldea en plena noche para acudir al pueblo vecino. Cuando ya se encontraba en las afueras entre ambas localidades, la luna se ocultó entre las nubes y el viento hizo titilar la luz del farolillo con el que se alumbraba. Presa del pánico al pensar que se iba a quedar a oscuras, a su farolillo le crecieron un par de alas, se le abrió una boca y le aparecieron un par de ojos; entonces echó a volar y se fue riéndose del hombre que ya estaba totalmente atemorizado.

Ilustración de Shigeru Mizuki

Mokumokuren

Cuando una vieja casa japonesa queda abandonada, es normal que las puertas corredizas de papel conocidas como shōji acaben deteriorándose y llenándose de agujeros. Es en estas condiciones cuando aparecen en dichos agujeros infinidad de ojos que observan a los intrusos. Este fenómeno o yokai es conocido como mokumokuren (japonés: 目目連; multitud de ojos) y no se sabe exactamente cuál es su origen.

Toriyama Sekien explicó en el tercer volumen de su Konjaku Hyakki Shūi (japonés: 今昔百鬼拾遺; Suplemento de los cien demonios del presente y el pasado) que, si por toda la casa hay ojos, es porque seguramente allí vivía un jugador de go. Tal vez aprovechó este yokai para crear un juego de palabras, ya que las intersecciones que hay en las cuadrículas de un tablero de go y que recuerdan a las de una puerta corrediza se llaman moku, término que también significa «ojo».

Shigeru Mizuki añadió en su Enciclopedia yokai una historia en la que Hanzawaya Gosuke, el dueño de un aserradero, fue a Tsugaru a comprar madera. Como consideraba un despilfarro alojarse en una posada, decidió colarse en una vieja casa abandonada para pasar la noche. Cuando se dio cuenta, vio que en todos los recuadros de las puertas de papel había un par de ojos observándole. Al preguntar enfurecido que qué hacían mirándole, los ojos salieron flotando y rodearon a Hanzawaya, pero éste, en vez de acobardarse, los atrapó todos y los guardó en un saco. Cuando regresó a su hogar, acabó vendiéndolos a un oculista.

Ilustración de Shigeru Mizuki

Shami choro

El Shami chōrō (japonés: 三味長老; shamisen patriarca) es uno de los yokai que creó Toriyama Sekien a partir de un juego de palabras en su Gazu Hyakki Tsurezure Bukuro (japonés: 百器徒然袋; Bolsa de los cien utensilios aparecidos al azar). Esta criatura se basa en un shamisen, un instrumento musical de cuerda, y un proverbio que dice: «no se puede pasar de shami a chōrō». Los shami eran muchachos que abandonaban sus casas para convertirse en monjes budistas y se encontraban en el escalafón más bajo de un monasterio, limitándose básicamente a servir la comida a otros monjes, mientras que los chōrō eran los religiosos de más alto rango. Es decir, alguien no podía pasar de novato a experto de la noche a la mañana.

Shigeru Mizuki añade algo más de información sobre esta criatura en su Enciclopedia yokai, donde dijo que seguramente no se trataría de un tsukumogami normal y corriente nacido de un objeto muy antiguo, sino que éste en concreto se originó por los fuertes sentimientos que asimiló del maestro que solía tocarlo con asiduidad.

Ilustración de Shigeru Mizuki

Biwa bokuboku

En los tiempos del emperador Daigo, entre los años 897 y 930, se custodiaba en el palacio real un magnífico ejemplar de biwa conocido como Bokuba. Era una pieza tan magnífica que no sonaba si era tocada por alguien inexperto o si no había sido limpiada anteriormente.

Un día, durante el reinado del emperador Murakami, entre el 946 y 967, la biwa desapareció misteriosamente y no se supo de ella hasta que el noble y músico Minamoto Hiromasa oyó un dulce tañido proveniente del sur de la ciudad. Siguiendo el sonido llegó hasta Rashōmon, la puerta sur de Kioto, y descubrió que venía del piso superior de dicha puerta. Al intuir que podría tratarse de la biwa desaparecida, gritó que había ido hasta allí para recuperarla. En ese instante cesó el sonido y alguien dejó caer el instrumento atado a una soga. Al parecer, la biwa había cobrado vida y podía tocarse por sí misma, lo que hizo que un oni la robase para disfrutar de su música.

Esta leyenda inspiró a Toriyama Sekien para incluir al Biwa bokuboku (japonés: 琵琶牧々) en su Gazu Hyakki Tsurezure Bukuro (japonés: 百器徒然袋; Bolsa de los cien utensilios aparecidos al azar) como un tsukumogami. Convertido en yokai, el Biwa bokuboku parecía un humano normal y corriente pero con la cabeza de una biwa; de esta manera recorría Japón tocando sus magníficas melodías.

Ilustración de Shigeru Mizuki

Ittan momen

El ittan momen (japonés: 一反木綿; tela de algodón de un tan) es un yokai de la prefectura de Kagoshima con el aspecto de un trozo de tela blanca normal y corriente de un tan de largo (10 m).

Solía aparecerse en la antigua provincia de Ōsumi cuando comenzaba a anochecer; a simple vista parecía una tela arrastrada por el viento, pero cuando caía a los pies de algún desafortunado, se lanzaba contra su cuello o cara para asfixiarlo. Shigeru Mizuki recogió en su Enciclopedia yokai la historia de un hombre que fue atacado por esta criatura pero consiguió librarse de ella cortándola con un cuchillo. El ittan momen desapareció al instante, pero antes dejó brotar sangre de su herida, dejando claro que se trataba de un ser sobrenatural. Posiblemente se trate de uno de los muchos tsukumogami nacidos de objetos abandonados.

Ilustración de Shigeru Mizuki

Jatai

Toriyama Sekien, maestro del ukiyo-e, cuenta en su Konjaku Hyakki Shūi (japonés: 今昔百鬼拾遺; Suplemento de los cien demonios del presente y el pasado ilustrados) que si alguien duerme con el obi de otra persona, acaba soñando con serpientes. A partir de este dicho creó al jatai (japonés: 蛇帯; obi serpiente), un yokai nacido del obi o fajín de una mujer despechada.

En Japón el término jashin sirve para referirse al cuerpo de una serpiente y para hablar de un corazón malvado. Así, con este juego de palabras, el obi de una mujer rencorosa absorbe las energías negativas de su dueña mientras duerme y se transforma en un tsukumogami similar a una serpiente venenosa que va en busca del hombre que traicionó su amor.

Ilustración de Toriyama Sekien

Shogoro

Un shōgo (japonés: 鉦吾) es un pequeño plato metálico utilizado por los monjes budistas cuando entonan sus rezos. Inspirándose en un juego de palabras entre este instrumento musical, el término goryō (fantasma vengativo) y la historia de Tatsugorō Yodoya, Toriyama Sekien creó para su Gazu Hyakki tsurezure-bukuro (japonés: 百器徒然袋; Bolsa de los cien utensilios aparecidos al azar) al Shōgorō (japonés: 鉦五郎; gong Gorō), un tsukumogami con el aspecto de un shōgo de oro que deambula por ahí como una tortuga gracias a la cabeza y patas que le han brotado.

Según la Enciclopedia yokai de Shigeru Mizuki, la familia Yodoya de Osaka fue acumulando riquezas durante generaciones hasta que superó los cien millones de ryō. El símbolo y tesoro más valioso de toda esta fortuna era un polluelo de oro (japonés: 金の鶏; kogane no niwatori) del que Tatsugorō Yodoya, el quinto en la línea sucesoria de la familia, no dejaba de presumir. Tanto se vanagloriaba de sus posesiones que acabó llegando a oídos del shogunato, el gobierno militar que regía Japón por aquella época. Dicho shogunato perseguía el lujo y la ostentación porque lo consideraba algo impropio de la sociedad, así que el 2 de mayo de 1705 confiscó todos los bienes de Yodoya y le castigó con no poder vivir en ninguna de las tres grandes ciudades del país: Osaka, Kioto y Edo, la actual Tokio. La perdida de todas sus posesiones, incluido el magnífico polluelo de oro, llevó a Tatsugorō a la desesperación y acabó muriendo por enfermedad el 21 de diciembre de 1717.

Debido a esta muerte tan trágica, el espíritu de Yodoya no podía descansar en paz e intetó apegarse a su tesoro más preciado, el kogane no niwatori, pero se equivocó y acabó alojándose en un shōgo que había cerca. En japonés, gong y dorado se pueden leer como kane, de ahí la confusión del espíritu y el juego de palabras que utilizó Sekien.

Ilustración de Shigeru Mizuki

Hahakigami

En Japón las escobas eran utilizadas antiguamente más como un utensilio ritualistico que como una mera herramienta para limpiar la casa. Con ellas se "barría" todo aquello que se quisiera expulsar, por lo que servían como elemento principal en ritos de purificación para alejar malos espíritus, sacar de la casa a huéspedes indeseados o incluso para facilitar partos.

No es difícil de imaginar que un objeto que se ha visto envuelto en tantas energías, con el paso de muchos años, acabe cobrando vida y se convierta en un tsukumogami: el hahakigami (japonés: 箒神; dios escoba), yokai que ilustró Toriyama Sekien en su Gazu Hyakki tsurezure-bukuro (japonés: 百器徒然袋; Bolsa de los cien utensilios aparecidos al azar) como una escoba a la que le han brotado alas y otro par de escobas a modo de brazos con los que barre desesperadamente las hojas de un jardín. Según Shigeru Mizuki, se trataba de la escoba de un hombre muy perezoso que sólo barría su jardín una vez al año, por lo que, desesperada por la inacción de su dueño, acabó cobrando vida para hacerlo ella misma.

Ilustración de Shigeru Mizuki

Waniguchi

El waniguchi (japonés: 鰐口; boca de cocodrilo) es un gong que tocan aquellos que visitan templos budistas y sintoístas para llamar la atención de las deidades a la hora de realizar peticiones y rezos. Cuando se abandona uno de estos gongs durante años, acaba convirtiéndose en un tsukumogami y le brota un cuerpo similar al de un cocodrilo con escamas y aletas de pez. Este yokai apareció entre otros muchos en los primeros emaki que representaban el Hyakki Yagyo (japonés: 百鬼夜行; Desfile nocturno de los cien demonios), pero como no contaban con ninguna descripción, poco más se sabe de esta criatura.

Detalle del emaki del Hyakki Yagyo de Tosa Mitsuoki

Karakasa kozo

El Karakasa-kozō (japonés: 唐傘小僧; paraguas monaguillo), también conocido como kasa-bake o karakasa obake (japonés: 傘おばけ; paraguas fantasma), es uno de los tsukumogami más populares de Japón. Se trata de un viejo paraguas chino de papel que, tras muchos años de abandono, se ha convertido en un travieso yokai. Tiene un solo ojo y vaga de noche dando saltos sobre una o dos patas asustando y lamiendo con su enorme lengua a la gente que se topa en el camino. Parece que no causan ningún tipo de daño a los humanos, aunque Shigeru Mizuki dijo en su Enciclopedia Yokai que una vez escuchó una historia sobre un kasa-bake de Mizokuchi que, en los días de mucho viento, se llevaba a la gente por los aires.

Ilustración de Shigeru Mizuki