Nocnitsa

La Nocnitsa, o Bruja/Dama de la noche, es un espíritu maligno de la mitología eslava. Es conocida por atormentar a los niños por la noche, y la única manera de protegerse de ella es con un amuleto, una piedra con un agujero en su centro. Las madres de algunas regiones colocaban un cuchillo en las cunas de sus hijos o dibujaban un círculo a su alrededor con uno de estos utensilios como protección, posiblemente bajo la creencia de que los seres sobrenaturales y feéricos no podían tocar el hierro. El origen de esta criatura podría ser la respuesta mitológica a lo que en medicina se conoce como parálisis del sueño, algo similar a otros demonios y espíritus de diferentes folclores, como los íncubos, súcubos, alp y mara.

Esta bruja se sentaba sobre el pecho de los que dormían para drenar su «energía vital». Debido a esto, muchos se refieren a este ser como si fuera un vampiro. La Nocnitsa visita a sus presas con frecuencia, y según el folclore, este tipo de brujas aparecen cuando sus víctimas duermen boca arriba con las manos en el pecho (posición llamada «durmiendo con el muerto»). Las leyendas dicen que están hechas de sombras y que su voz es horrible y chirriante, además de que huelen a musgo y tierra por los bosques donde se ocultan.

También es conocida como kriksy, plaksy, plachky, plaksivicy, kriksy-varaksy, kriksy-plaksy, bruja de la noche o dama de la noche. En Polonia es conocida como Nocnica o Płaczka, горска майка (gorska majka) o ношно (nošno) en Bulgaria; Шумска маjка (Šumska majka), бабице (babice) y ноћнице (noćnice) en Serbia; mrake o vidine en Croacia y nočnine o mračnine en Eslovenia.

La bruja nocturna visita a las brujas de LaponiaHenry Fuseli

Flauros

Flauros, también llamado Haures, Hauras o Havres, es el sexagésimo cuarto demonio mencionado en el Ars Goetia, además de aparecer en otros textos como el Pseudomonarchia Daemonum. Es un gran duque del infierno que se muestra como un terrible y poderoso leopardo. Cuando cambia a la forma humana por mandato del invocador, su rostro tiene una expresión temible y sus ojos están encendidos en llamas. Responde con sinceridad a todo lo relacionado con el pasado, el presente y el futuro, siempre y cuando se lo ordene dentro del triángulo de invocación, de lo contrario mentirá. Por último, hablará sobre la creación del mundo, de la divinidad y de cómo él y otros espíritus cayeron. Destruye y abrasa a aquellos que sean los enemigos del mago que lo invocó, además de que impedirá que otros espíritus tienten a su exorcista. Gobierna sobre treinta y seis legiones de demonios según el Ars Goetia, mientras que el Diccionario infernal y el Pseudomonarchia Daemonum afirman que tiene dominio solamente sobre veinte. A la hora de invocarlo, debe usarse su sello como pantáculo.

Ilustración de Flauros para el Diccionario infernal - Louis le Breton

Pigmeos

Los pigmeos (Griego: Πυγμαῖοι; Pygmaioi; La longitud del antebrazo/De medio pie de alto) fueron una tribu de diminutos humanos que vivían en la costa sur del gran río Océano, que rodeaba toda la tierra, y estaban en guerra con las grullas. Eran descritos como pequeños hombres de piel negra que no crecían más de un pigme (Griego: πυγμή), lo que correspondía a la distancia que hay desde el codo hasta los nudillos (medio pie). La tribu africana de los pigmeos, caracterizados por su baja estatura, recibió este nombre por los exploradores europeos del siglo XIX en referencia a los hombrecillos de la mitología griega.

Los antiguos griegos localizaron a los pigmeos en la India (al este de Etiopía) y en el África subsahariana (al oeste de Etiopía), dos reinos que se creían estar en el lejano sur a lo largo de la orilla de la corriente de Océano. Los historiadores que los situaban en la India siempre concordaban con que vivían al otro lado del río Ganges. Homero ya los citó en su Ilíada, mencionando su enemistad con las grullas: «Una vez ordenado cada ejercito con sus príncipes, los troyanos marchaban con vocerío y estrépito igual que pájaros, tal como se alza delante del cielo el chillido de la grullas que, cuando huyen del invierno y del indecible aguacero, entre graznidos vuelan hacia las corrientes del Océano, llevando a los pigmeos la muerte y la parca, y a través del aire les tienden maligna disputa».

En el arte es popular retratar a los pequeños pigmeos armados con lanzas y ondas montando sobre cabras y batallando contra las grullas. La tumba del siglo II A.C. cerca de PanticapeoCrimea, muestra la batalla entre pigmeos y una bandada de garzas.


Claudio Eliano fue más allá, y en su obra Sobre la naturaleza de los animales narra el origen de esta guerra: «Tocante a la raza de los pigmeos he oído decir que se gobiernan de una manera peculiar a ellos y que, por faltar sucesión masculina, cierta mujer llegó a ser reina y reinó sobre los pigmeos. Esa mujer se llamaba Gérana, y los pigmeos la adoraban como a diosa y le tributaban honores excesivamente reverentes para un mortal. Resultó de esto —según dicen— que se volvió tan engreída, que consideraba a las diosas una nonada. Decía que especialmente Hera, Atenea, Ártemis y Afrodita no podían compararse con ella en belleza. Pero ella no había de escapar a la desgracia, que era consecuencia de su alma enfermiza, porque, por efecto de la cólera de Hera, su forma exterior se trocó en la de un ave feísima, la grulla actual, que entabla guerra contra los pigmeos, porque con sus excesivos honores la sacaron de sus casillas y causaron su perdición.». Ovidio narró de forma resumida esta misma historia en su La metamorfosis: «La otra parte tiene el hado lamentable de la pigmea madre; a ella Juno, vencida en certamen, le mandó ser grulla y a los pueblos suyos declarar la guerra».

Antonino Liberal añadió en su única obra conservada, Metamorfosis, más detalles sobre la reina de los pigmeos y su transformación: «Entre los hombres denominados pigmeos nació una niña llamada Énoe. Su aspecto físico era irreprochable, pero tenía un carácter desagradable y orgulloso; no prestaba, además, la menor atención a Ártemis ni a Hera. Casada con Nicodamante, un ciudadano mesurado y discreto, dio a luz a un niño, Mopso. Como prueba de gentileza, todos los pigmeos la obsequiaron con muchos presentes por el nacimiento de su hijo. Pero Hera, contrariada con Énoe porque no se había ocupado de ella, la convirtió en grulla, y alargó su cuello, haciendo de la mujer un pájaro de vuelo alto. Y suscitó la guerra entre ella y los pigmeos. Énoe, debido a la añoranza que sentía por su hijo Mopso, revoloteaba por los tejados de las casas y no levantaba el vuelo a parte alguna; los pigmeos se armaron todos y trataban de ahuyentarla. Y, a raíz de esta historia, perdura hasta nuestros días la rivalidad entre las grullas y los pigmeos.».


Filostrato de Lemnos relató cómo Heracles tuvo un encuentro con esta tribu de pequeñas gentes en su obra Las imágenes, dejando entrever que esta tribu descendía de la primigenia Gea: «Estando Heracles en Libia, durmiendo después de derrotar a Anteo, los pigmeos se rebelan contra él y proclaman que van a vengar a Anteo; son hermanos de Anteo, gente noble, pero ni son atletas ni se asemejan a Anteo en la lucha; con todo, son hijos de la Tierra y robustos, a su manera. Cuando surgen de la Tierra, la arena se ondula como el mar. Los pigmeos habitan en la Tierra como las hormigas y entierran sus provisiones, pero no se nutren de bienes ajenos, sino de lo suyo propio pues se autoabastecen: siembran, cazan y atan arados con un yugo pigmeo; se dice también que usan hachas para talar espigas, ya que las consideran árboles. Pero, ¡qué valientes son! Hételos aquí, marchando contra Heracles para matarlo mientras duerme; no le temerían aunque estuviera despierto. Heracles duerme sobre la fina arena y reposa las fatigas de la lucha; con la boca abierta, inspira aire por todo el pecho, lleno de Sueño; el Sueño personificado con gran tamaño está a su lado, orgulloso de haber derribado a Heracles. También Anteo yace en el suelo, pero la magistral técnica del artista dibuja a Heracles lleno de vida y cálido, mientras Anteo aparece muerto, frío, abandonado a la Tierra. El ejército de pigmeos ya ha rodeado a Heracles; una de sus falanges ataca la mano izquierda, mientras estas otras dos facciones emprenden campaña hacia la derecha por ser la más fuerte; los arqueros ponen sitio a sus pies y una falange con hondas golpea sus muslos tanto como puede; el ataque a la cabeza requiere una táctica precisa: a ello se dedica el rey de los pigmeos acompañado de un cuerpo de elite: usan maquinaria como si se tratara de tomar una ciudadela, fuego para los cabellos, dobles punzones para los ojos, una especie de puertas para la boca y estos portalones son, creo, para la nariz con el objeto de que Heracles no pueda respirar, cuando ya hayan tomado la cabeza.  Todos estos preparativos tienen lugar mientras Heracles duerme, pero he aquí que se incorpora y suelta una risotada ante el peligro que representan tales enemigos; entonces, recogiéndolos con sus manos a todos de una vez, los mete en su piel de león y se los lleva, creo, a Euristeo». Esta historia inspiró a Jonathan Swift para crear a los liliputienses de Los viajes de Gulliver.

Hércules y los pigmeos - Dosso Dossi
Plinio el Viejo describió a esta tribu en el libro VII de su Historia Natural:
«Se dice que, más allá de éstos, en la parte más lejana de las montañas, están los trispitamos y los pigmeos, que no sobrepasan los tres palmos (70 cm) de altura, es decir, tres dodrantes, con un clima saludable y siempre primaveral, protegidos del aquilón por las montañas; Homero también contó que los atacan las grullas. Es fama que, en primavera, sentados a lomos de carneros y cabras, armados con flechas, descienden en tropel hasta el mar y destruyen los huevos y polluelos de esas aves; la expedición se lleva a cabo en tres meses; de otro modo no resistirían a las siguientes bandadas; sus chozas se construyen de barro, plumas y cáscaras de huevo. Aristóteles cuenta que los pigmeos viven en cuevas, todo lo demás acerca de ellos, como el resto de los autores».
Ctesias también describió a los pigmeos en su obra Índica:
«En el medio de la India viven unos hombres negros llamados pigmeos, que hablan la misma lengua que el resto de indios. Son muy pequeños; midiendo el más alto de ellos dos codos (90cm), mientras que la mayoría, hombre y mujer, miden codo y medio de altura (70cm). Tienen el pelo tan largo que les llega a las rodillas o más abajo y sus barbas son más largas que cualquier hombre. Ya que dejan crecer tanto sus barbas no necesitan llevar ropas; peinan sus cabellos a lo largo de toda su espalda hasta llegar a sus rodillas y luego estiran sus barbas hasta que llegan a sus pies, pasan sus barbas entre sus piernas y las anudan con sus cabellos, usando así su pelo en lugar de ropa. Sus penes son tan largos que les llegan a los tobillos, además de ser gruesos, pero en aspecto son chatos y feos. Sus ovejas son como corderos, sus asnos y bueyes son de un tamaño similar al de los carneros, al igual que sus caballos, mulas y otros animales de ganado. Tres mil de esos pigmeos acompañan al rey de los indios, ya que son excelentes arqueros. Son muy justos y todos siguen las mismas leyes que los indios. Cazan liebres y zorros sin la ayuda de perros, sino que emplean cuervos, milanos y águilas».
En el libro Los viajes de Juan de Mandeville también se mencionaron a los pigmeos, y a pesar de su carácter totalmente ficticio, cuando el libro fue publicado muchos creyeron que de verdad existía Mandeville, y el libro era considerado una verdadera referencia geográfica:
«Este río pasa por la tierra de los pigmeos, donde son las personas pequeñas y no alcanzan sino tres palmos de alto, son gentiles y graciosos; y se casan entre ellos y tienen hijos cuando cumplen el medio año. No viven más de seis o siete años, siendo considerados muy viejos los que llegan a los ocho. Estos hombres son los mejores en el mundo trabajando el oro, la plata, el algodón, la seda y otras tantas cosas. Entran muchas veces en guerra con las aves del país, a las que atrapan y devoran. Este pequeño pueblo ni trabaja la tierra ni las vides, pero tienen hombres grandes entre ellos de nuestra estatura que labran la tierra y trabajan entre las vides por ellos. A estos hombres de nuestra estatura tienen gran desprecio y se burlan de ellos como haríamos si tuviéramos gigantes entre nosotros. Hay una buena ciudad, entre otras, donde habita una gran cantidad de estas pequeñas gentes, y esta ciudad es hermosa y justa. Y los hombres grandes que habitan entre ellos, cuando engendran hijos, son tan pequeños como los pigmeos. Es por esto por lo que son, en su mayor parte, todos pigmeos; por la naturaleza de esta tierra. El gran Can mantiene esta ciudad tan bien, por esto es suya. A pesar de que los pigmeos sean pequeños son más que razonables, y pueden ser tanto ingeniosos y buenos como maliciosos».
Grabado de un pigmeo luchando contra una grulla en un enócoe

Unicornio

El unicornio es un animal legendario que ha sido descrito desde la antigüedad como una bestia de aspecto equino con un gran cuerno en espiral saliendo de su frente.  Esta criatura fue mencionada por antiguos historiadores griegos como Ctesias, Estrabón y Plinio el Joven. En la Biblia también aparece un animal, el re'em (buey salvaje), que en algunas versiones fue traducido erróneamente por el término unicornio.
«¿Querrá el unicornio servirte a ti, ni quedar a tu pesebre? ¿Atarás tú al unicornio con su coyunda para el surco? ¿Labrará los valles en pos de ti? ¿Confiarás tú en él, por ser grande su fortaleza, y le fiarás tu labor? ¿Fiarás de él que te tornará tu simiente, y que la allegará en tu era?».
Job 39:9-12 (RVA)
La descripción del unicornio ha sido mezclada varias veces con la del monoceros, aunque algunas fuentes indican que se tratan del mismo animal, como hacen Plinio el Viejo o Claudio Eliano, otras dicen que se trata de dos bestias diferentes y las describen con ciertas diferencias. Posiblemente su mito surgió de las descripciones de los desconocidos rinocerontes indios, al igual que el karkadann. En China existe otro equino o cérvido de carácter puro o sagrado conocido como Qilin, al que también llaman «unicornio chino».

Los unicornios no aparecen en la mitología griega, aunque fueron mencionados por varios de sus historiadores, llegando a afirmar que existían realmente y que vivían en la India. Las primeras descripciones provienen de la obra de Ctesias, Índica, donde no sólo se limitó a describir su aspecto, sino que también detalla su agresivo comportamiento y las propiedades de su cuerno. Claudio Eliano transcribió dichos textos, llamando al unicornio «onagro» (asno salvaje):
«Me he enterado de que en la India se crían onagros tan grandes como caballos. Son blancos de cuerpo, menos la cabeza, que es parecida a la púrpura, y los ojos, que despiden un brillo azul oscuro. Tienen en la frente un cuerno que mide codo y medio (70 cm): la parte inferior del cuerno es blanca, la superior es bermeja y la del centro muy negra. Yo sé que en estos abigarrados cuernos beben los indios, pero no todos, sino sólo los indios más distinguidos, los cuales, a intervalos, los rodean de anillos de oro como si decoraran con brazaletes el gentil brazo de una estatua. Y dicen que el que bebe de este cuerno no conoce y se ve libre de enfermedades incurables: no se verá atacado por espasmos ni por la llamada «enfermedad sagrada» (epilepsia) ni será destruido por venenos. Y si antes hubiera bebido un líquido letal, lo vomitará y recuperará la salud.

Se cree que todos los demás asnos del mundo entero, así domésticos como salvajes, y todos los demás animales ungulados no tienen astrágalos ni bilis en el hígado; pero, según Ctesias, los asnos de la India que tienen cuerno tienen también astrágalos y poseen bilis. Dicen que los astrágalos son negros y, si se les tritura, se ve que también por dentro son negros. Estos onagros son mucho más veloces no sólo que los asnos, sino también que los caballos y los ciervos. Al comienzo caminan lentamente, más poco a poco aumentan la velocidad, como que alcanzarles es, según dicen los poetas, perseguir lo inalcanzable. Cuando la hembra pare y acompaña a sus recién nacidas crías, los machos, juntamente con ellas, las vigilan. Estos asnos habitan las llanuras más yermas de la India. Cuando los indios van a cazarlos, los padres hacen que sus crías, aún tiernas y jóvenes, pasten detrás de ellos, mientras luchan por ellos y se enfrentan con los jinetes a quienes atacan con sus cuernos. Tan grande es la robustez de éstos, que nada puede resistir a sus golpes, sino que cede y se parte, y a veces, queda hecho añicos e inutilizado. En algunas ocasiones han caído sobre los flancos de los caballos, los han rajado y les han sacado las entrañas. Los jinetes temen acercarse a ellos, porque el pago de acercarse es una muerte lamentabilísima para ellos y para los caballos. Dan también terribles coces. Además, sus dientes, al morder, penetran tan profundamente, que arrancan todo aquello en lo que hacen presa. Un onagro adulto no puede cogerse vivo; por eso, son atacados con jabalinas y flechas y, cuando están muertos, les quitan los cuernos, que luego decoran como he dicho. La carne de los asnos de la India no es comestible; el motivo es que es amarguísima por naturaleza».
Historia de los animales Vol. II, Claudio Eliano
Rinoceros y Monoceros en De omnium animalium natura - Candido, D. Pietro
Cosmas Indicopleustes, un comerciante de Alejandría que vivió en el siglo VI, hizo un viaje a la India y posteriormente escribió varias obras sobre cosmografía. Este autor dio una descripción de un unicornio en base a cuatro figuras de bronce en el palacio del rey de Etiopía. En sus textos afirma que «es imposible tomar esta bestia feroz con vida; toda su fuerza reside en su cuerno. Cuando es perseguido y se encuentra en peligro de captura, se lanza desde un precipicio y se gira tan acertadamente al caer que recibe todo el impacto en el cuerno, escapando así sano y salvo».

Para Isidoro de Sevilla el unicornio y el monoceros eran la misma criatura, y escribió sobre ésta en su obra Etimologías: «La palabra griega rinoceros, que significa "con un cuerno en la nariz", se refiere a la misma bestia con los nombres monoceros o unicornio. Hay una bestia cuadrúpeda que tiene un solo cuerno en su frente; es muy fuerte y perfora todo aquello que ataca. Lucha con los elefantes y los mata hiriéndoles el vientre. El unicornio es difícil de capturar a no ser que se le engañe: si una joven virgen aparece en frente de un unicornio y descubre sus pechos ante él, toda su fiereza desaparecerá y posará su cabeza en su busto, siendo así fácil de capturar».

Ilustración de un elefante enfrentado contra un unicornio - Salterío de la Reina María

En la Edad Media y el Renacimiento se describía al unicornio como una pequeña cabra, asno o caballo con un solo cuerno en medio de su frente, recto, largo y que crecía en espiral. El unicornio era fiero, fuerte y veloz, y ningún cazador podía atraparlo o darle caza. Para domar a esta bestia y así poder capturarla, una chica virgen debía ponerse ante él. El unicornio, al ver a la doncella, acude a ella y pone su cabeza en su regazo hasta quedarse dormido. Los cazadores pueden entonces capturarlo o matarlo fácilmente. Algunas versiones dicen que la joven debe desnudar su pecho y permitir que el unicornio mame de ella. Si se capturaba al unicornio, debía llevarse al palacio del rey.

El predecesor del bestiario medieval, compilado en la Antigüedad tardía y conocido como Physiologus (Griego: Φυσιολόγος), popularizó una elaborada alegoría en la que un unicornio, atrapado por una doncella (la Virgen María), representaba la Encarnación. El unicornio representa a Cristo, que fue encarnado en el vientre de María, fue capturado por los Judíos y condenado a muerte. La fiereza salvaje del unicornio muestra la incapacidad del infierno para retener a Cristo. Su único cuerno representa la unidad de Dios y de Cristo y el pequeño tamaño del unicornio es un símbolo de la humildad de Cristo como ser humano.

El unicornio también sirvió como figura alegórica en el amor cortés. Para algunos autores franceses del siglo XIII, como Teobaldo I de Navarra o Richard de Fournival, el amante se siente atraído por su dama como el unicornio por la virgen. Con el surgimiento del humanismo, el unicornio también adquirió significados más seculares, siendo emblema del amor casto y el matrimonio fiel.

Se creía que el cuerno del unicornio, conocido como alicornio, poseía capacidades mágicas. Ctesias ya dijo que los indios lo utilizaban como copa para eliminar cualquier veneno o enfermedad. En el Physiologus también se hace referencia a esta capacidad purificadora en un relato en el que varios animales se reúnen para beber agua de un lago:
«Pero antes de que se reunieran, la serpiente llegó y lanzo su veneno en el agua. Muchos animales se percataron del veneno y no se atrevieron a beber, así que esperaron al unicornio. Llegó y se dirigió inmediatamente al lago, y haciendo con su cuerno la señal de la cruz tornó inofensivo el veneno. Así pudo beber el resto de animales».
Unicornio purificando las aguas con su cuerno - Antonio Tempesta
En esta historia la serpiente simboliza al Diablo y el unicornio a Cristo redentor. En el arte del sigl pXVI y XVII es común representar a un unicornio junto a un lago o río mientras otros animales esperan a que termine de beber.

Al alicornio, con el paso del tiempo, se le adjudicó otras muchas otras propiedades curativas. A parte de purificar el agua y servir como antídoto contra venenos como el del escorpión o la víbora también podía ser un remedio contra la rubéola, el sarampión, la fiebre y los dolores, además de ayudar a la cicatrización de heridas si se usaba en forma de polvo. A todas estas cualidades se le añadió un factor afrodisíaco, y tan codiciado llegó a ser este artículo que se vendían cuernos de toro, rinoceronte o colmillos de narval como falsos alicornios mágicos.

La dama y el unicornioDomenico Zampieri

Long Ma

Longma (Chino simplificado: 龙马; Chino tradicional:  龍馬; pinyin: lóngmǎ; Dragón caballo) era un caballo mitológico con escamas de dragón en la mitología china. Ver a un Longma era un presagio de que llegaría un sabio y legendario gobernante, en concreto uno de los Los tres augustos y los cinco emperadores.

El Longma es un ejemplo de la conexión que los chinos tenían entre caballos y dragones. En los Ritos de Zhou (夏官司馬) se nombran los diferentes tipos de caballos que hay distinguiéndolos por su altura, medida en chi (Chino: 尺; Pie chino - entre 23 y 33cm). Los caballos que alcanzaban los ocho pies de altura era llamados Long (Chino: 龍; Dragón), los de siete pies eran llamados Lai (騋) y para designar a los que alcanzaban los seis pies se utilizaba el término Ma (Chino: 馬; Caballo).

Según la tradición, Fuxi, el primero de los Tres augustos y cinco emperadores, fue el descubridor de los Ocho Trigramas, o Bāgùa (八卦), que suponen la base del I Ching, y le fueron revelados de manera sobrenatural al verlos escritos sobre el lomo de un Longma que salió del Río Amarillo. Estas marcas que tenía en el lomo son conocidas como el Diagrama del Río Amarillo o Hétù (河圖), consideradas también como el origen de la caligrafía china: «El agua del Ho envió un caballo dragón; en su espalda había pelo rizado, como un mapa de puntos estrellados».

El Shujin plasmó el grabado original del río que aparece en el Hetu. El comentario de Kong Anguo en el Shujin describe el aspecto de esta criatura:
«Un caballo dragón es el qi (氣; Fuerza vital) del Cielo y la Tierra. Su ser consiste en una forma con cuerpo de caballo y escamas de dragón. Por esto se le llama "dragón caballo". Mide ocho chi de alto y cinco cun de largo. Un verdadero caballo dragón tiene alas en sus costados y camina sobre el agua sin hundirse. Si un santo está en el trono sale de las aguas del Río Ming con un grabado en su espalda».
En el Shiyiji (拾遺記) aparece este legendario animal como una montura del Emperador Mu de Jin, según el texto: «Condujo alrededor del mundo sobre un carro tirado por ocho dragones caballo». Además, en el Taiping Yulan se dice que un longma que apareció en el 741 EC fue considerado un buen presagio para el Emperador Xuanzong de Tang: «Estaba manchado de azul y rojo, cubierto de escamas. Su melena parecía la de un dragón y su relincho era como el sonido de una flauta. Podría cubrir trescientas millas. Su madre era una yegua normal que se había quedado embarazada por beber agua del río en el que se bañaba».

Hashi00