Tritón

Los tritones (griego: Τριτων) eran un grupo de deidades marinas que participaban en el séquito de Poseidón. Eran hombres con cola de pez, originados posiblemente por la pluralización del dios Tritón. A veces también son representados con dos colas de pez en lugar de piernas. También están los tritones llamados ictiocentauros (centauros pez), Afros y Bitos, los cuales tenían cuerpo humano, cola de pez y patas delanteras de caballo, además de estar coronados con pinzas de crustáceo a modo de cuernos. Este par de ictiocentauros eran hijos de Cronos y Filira según la Suda, hermanos de Quirón, y son representados acompañando a Afrodita tras su nacimiento.

Por lo general, los dioses marinos o fluviales de la mitología griega tenían características de tritón: torso humano y cola de pez, como Glauco o Aqueloo. Fuera de la mitología clásica existen tritones, también conocidos como sirenos, por toda clase de folclores y culturas. Son los machos de las sirenas y, a diferencia de estas, suelen ser descritos como feos y poco atractivos.

Ictiocentauros en un mosaico encontrado en Zeugma
Ictiocentauros en El nacimiento de VenusBouguereau

El Tritón original era hijo del dios Poseidón y la nereida Anfítrite, así lo dice Hesíodo en su Teogonía: «De Anfitrite y del resonante Ennosigeo (el que agita la tierra, Poseidón) nació el fornido y enorme Tritón, que en las profundidades del mar, junto a su madre y soberano padre, habita palacios de oro, terrible dios». Aparece como asistente de su padre en el mito de Deucalión y Pirra (el diluvio universal) dado en Las metamorfosis de Ovidio, donde es descrito de color azul (cerúleo), con barba, los hombros cubiertos de conchas y con una caracola que al soplarla podía gobernar las aguas: «Tampoco permanece la cólera del mar; dejando a un lado su arma de tres puntas, el señor del piélago calma las aguas, llama al cerúleo Tritón, que aparece en la superficie del abismo con los hombros cubiertos de colonias de púrpuras, y le ordena soplar su resonante caracola y hacer retroceder a una señal a las aguas del mar y a los ríos [...] Entonces también, cuando la bocina, al rozar los labios del dios, húmedos entre la barba empapada, se llenó de aire e hizo sonar la señal de retirada, fue oída por todas las aguas de la tierra y del mar, y a todas las aguas que la oyeron las hizo retroceder».

La caracola de Tritón toma cierta relevancia en la lucha contra los gigantes según lo contado en la Astronómica atribuida a Higinio, donde, asustados por el extraño sonido que emitía, huyeron:
«De acuerdo con Eratóstenes, se cuenta otra historia sobre los asnos. Después de que Júpiter declarase la guerra a los gigantes, convocó en combate a todos los dioses, y Liber Pater (Dioniso), Vulcano, los sátiros y los silenos llegaron montados sobre asnos. Cuando apenas distaban del enemigo, los asnos entraron en pánico y rebuznaron con un estrépito que los Gigantes no habían escuchado antes. Por este ruido el enemigo huyó y por esto fue vencido.
Hay una historia similar a ésta sobre la caracola de Tritón. Él, también, después de haber vaciado la trompeta que había inventado, se la llevó contra los gigantes, y sopló extraños sonidos a través de la caracola. Los gigantes, temiendo alguna bestia salvaje traída por sus enemigos, se dieron a la fuga y por esto fueron superados».
Pausanias cuenta en el libro IX de su Descripción de Grecia la leyenda de un tritón que merodeaba por Tanagra, donde actuaba de manera similar a un sátiro por su afición al vino y las mujeres. Tras esta historia describe a un tritón que vio en Roma:
«En el templo de Dioniso es digna de ver la imagen, que es de mármol pario y obra de Cálamis, y la del Tritón es todavía más admirable. La leyenda más venerable respecto a él dice que las mujeres de Tanagra bajaron al mar antes de las orgías de Dioniso para purificarse, y que cuando estaban nadando, el Tritón las atacó. Las mujeres rogaron a Dioniso que fuese en su ayuda, y el dios las escuchó y venció en la batalla al Tritón. La otra leyenda tiene menos prestigio que la anterior, pero es más creíble. En efecto, ésta dice que todos los ganados que eran llevados al mar los acechaba el Tritón y los robaba; y que atacaba también barcos pequeños, hasta que los de Tanagra le pusieron delante una crátera de vino. Dicen que él al punto fue atraído en seguida por el olor, y después de beber se dejó caer dormido en la playa, y uno de Tanagra lo golpeó con el hacha y le cortó el cuello. Por esto no tiene cabeza. Y como lo cogieron ebrio, consideran que murió a manos de Dioniso.
He visto también otro Tritón entre las maravillas de Roma, que es de tamaño inferior al de los de Tanagra. Los Tritones presentan este aspecto: tienen en la cabeza pelo como las ranas de las lagunas y no sólo en cuanto al color, sino también en que no se puede separar un pelo de los otros. El resto de su cuerpo está erizado con finas escamas como el pez lija. Tienen branquias bajo las orejas y nariz de hombre, pero una boca más ancha y dientes de animal. Sus ojos, según creo, son claros, y tienen manos, dedos y uñas parecidas a las conchas marinas. Debajo del pecho y del vientre tienen una cola como la de los delfines en lugar de pies».
Esta afición al vino también aparece en las Descripciones de cuadros de Filóstrato: «Vayamos, sin embargo, a lo que se ve en el cuadro: el río yace en un lecho de racimos, su fuente brota a borbotones, sin mezcla alguna, en derredor crecen los tirsos como las cañas junto al agua, transformando la tierra y lo que en ella hay en estos banquetes para tritones que ya desde el nacimiento del río se juntan y sacan vino de él con la ayuda de unas conchas. Los unos beben, otros soplan hacia fuera, pero los hay también que, completamente bebidos, bailan».

Claudio Eliano también habló del tritón de Tanagra en su Historias de los animales, pero el ejemplar que vio estaba muerto y no cita nada de su enfrentamiento con Dioniso. En sus textos cita que aun estando muerto maldijo a un hombre que profanó su cuerpo para corroborar la naturaleza del espécimen:
«Sobre los tritones, los pescadores aseguran que no tienen una idea clara ni prueba evidente de su existencia, pero corre la leyenda muy difundida de que en el mar existen, ciertamente, algunos monstruos antropomorfos desde la cabeza a la cintura. Dice Demóstrato, en su tratado sobre la pesca, que vio en Tanagra un tritón en conserva. Y añade que era semejante, en muchos aspectos, a los representados en estatuas y en pinturas, pero su cabeza estaba tan estropeada por el tiempo y era tan borrosa, que no era fácil distinguirla y reconocerla. "Y al tocarla yo cayeron escamas ásperas, duras y resistentes. Uno del Consejo, de los elegidos por votación para gobernar a Grecia y a quienes se les confía el mando por un solo año, tratando de verificar la naturaleza de lo que veía, arrancó un poco de piel, lo arrojó al fuego y, al quemarse el trozo arrojado, un acre olor llegó a las narices de los presentes. Pero —dijo— no pudimos saber si el monstruo era de naturaleza terrestre o marina. Mas el experimento no le reportó ningún beneficio, porque poco después perdió la vida al atravesar un estrecho pequeño y angosto en una corta embarcación de seis remos. Y —decían los habitantes de Tanagra, según refiere él— esto le sucedió porque había profanado al Tritón y —declaraban— fue sacado sin vida del mar y, al sacarlo, soltaba un liquido semejante en el olor al de la piel del tritón cuando la echó al fuego y la quemó". 
De dónde vino errante este tritón y cómo vino a quedar varado en tierra son circunstancias que deben explicar los de Tanagra y Demóstrato. En vista de esto, yo reverencio al dios, y es justo prestar crédito a un testigo de tal autoridad. Sea Apolo de Dídima suficiente garantía para toda persona de corazón sano e inteligencia vigorosa. En efecto, él dice que Tritón es una criatura marítima. He aquí sus palabras: "El hijo de Poseidón, monstruo del mar, sonoro Tritón se encontró cuando nadaba con la acometida de un cóncavo navío". Así pues, si el dios que todo lo sabe dice que existen los tritones, nosotros no debemos ponerlo en duda».
Tritón - Jacques de Gheyn III

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