Onikuma

El onikuma (japonés: 鬼熊; palabra compuesta por Oni, ogro/demonio, y kuma, oso) es un yōkai de la mitología japonesa. Este ser sobrenatural es proveniente de la provincia de Kiso (actual Prefectura de Nagano) y es conocido gracias a las descripciones que aparece en el Ehon Hyaku Monogatari. Como otros muchos animales con poderes mágicos, el onikuma es un oso que ha vivido lo suficiente como para convertirse en un yōkai.

Este oso no tiene ningún poder sobrenatural salvo que siempre anda erguido sobre sus patas traseras y posee una fuerza excepcional. Las leyendas dicen que un onikuma puede mover rocas que ni siquiera diez hombres podrían empujar, por lo que se le atribuyen a este ser la presencia de ciertas rocas en la prefectura de Nagano, ya que son demasiado grandes para que hayan acabado allí por obra humana.

La comida favorita de estos osos son los caballos, por lo que a veces se cuelan por la noche en las aldeas y se llevan a cuestas a uno de estos animales cargándolo de las patas delanteras. Una leyenda cuenta que un grupo de aldeanos intentaron cazar a un onikuma. Estaban hartos de que se llevara a sus caballos y siguieron el rastro del oso hasta su cueva. Allí tallaron enormes lanzas y colocaron carne fresca en la entrada de su guarida. Cuando salió atraído por el olor, lo mataron con las lanzas y se llevaron el cadáver al pueblo, donde lo desollaron. Según cuentan, su piel era tan grande que era capaz de cubrir el suelo de una habitación entera.

Shigeru Mizuki

Satori

Satori (japonés: 覚; Conciencia) es un yōkai del folclore japonés que vive dentro de las montañas de Hida y Mino (Prefectura de Gifu), y es capaz de leer la mente de las personas.

Estos yōkai son una especie de simios humanoides, más o menos del tamaño de un hombre y similares a los monos nativos de la región pero de mayor tamaño. En el Konjaku Gazu Zoku Hyakki de Toriyama Sekien se describe por primera vez a un satori, pero esta criatura sobrenatural parece provenir del yamako (玃) de las leyendas chinas que aparece en el Wakan Sansai Zue. También se le relaciona con el yamabiko, un pequeño yōkai con aspecto de mono, capaz de imitar el lenguaje humano.

Se dice que puedes encontrarte a este espíritu cuando te adentras en las montañas, ya sea recorriendo los senderos o descansando a un lado del camino. Si tienen la oportunidad intentarán cazar y comerse todo aquello que tengan a su alcance, y si se topan con una solitaria mujer por las montañas se la llevarían y la violarían. Al encontrarse con los humanos leen sus mentes y comienzan a gritar sus pensamientos mucho más rápido de lo que podría hacer cualquier hombre. Esta habilidad telepática hace que sea muy difícil cazarlos, engañarlos o huir de ellos, pero si un objeto los golpea inesperadamente huirían aterrorizados al no ver venir dicha acción. También se dice que para evitar que un satori te devore hay que dejar la mente totalmente en blanco, sin pensamientos que leer, el satori se aburrirá y se irá. Otras creencias dicen que los satori no son peligrosos para los humanos, y tolerarán a los que trabajen en la montaña para convivir pacíficamente.

Derrick Dent

Azazel

Azazel, también conocido como Azazael (Hebreo: עֲזָאזֵל, Azazel; Árabe: عزازيل , Azāzīl), es un demonio asociado al rito del chivo expiatorio según la Biblia. En algunas tradiciones del judaismo y el cristianismo es uno de los ángeles caídos o Grigori.

El nombre de Azazel aparece en la Biblia tres veces en Levítico 16, donde dos machos cabríos iban a ser sacrificados.  Uno era elegido por cleromancia como ofrenda para Yahveh, ya que así se creía que se manifestaba la voluntad de Dios. La siguiente palabra que aparecía era לַעֲזָאזֵל (la-aza'zeyl), que puede ser leída como «expiación» o «para Azazel». La cabra que no era sacrificada a Dios era enviada al desierto como parte del rito del Día de la Expiación.
«Para el perdón de su propio pecado, y por el pecado de su familia, Aarón me presentará un ternero. Por el pecado de los israelitas, me presentará dos chivos y un carnero, que los israelitas mismos le entregarán.
Quemará el carnero en mi honor. Luego le indicaré cuál de los chivos me ofrecerá, y cuál enviará al demonio Azazel, que habita en el desierto. El chivo que me ofrezca a mí, me lo presentará a la entrada del santuario, como ofrenda para el perdón de pecados. El chivo para Azazel lo dejará con vida y lo mandará al desierto».
Levítico 16:5-10
De acuerdo con el Libro de Enoc, Azazel está relacionado con la historia bíblica de la caída de los ángeles, localizada en el Monte Hermón, lugar de reunión de los demonios en la antigüedad. Azazel es representado en estos textos como uno de los líderes de los Grigori en tiempos antediluvianos. Él enseñó a los hombres el arte de la guerra, la forja de espadas, cuchillos, escudos y cotas de malla, y a las mujeres les enseñó el arte del engaño mediante la cosmética, enseñándoles a teñirse el pelo y a maquillarse. Además reveló a los humanos los secretos de la brujería y corrompió sus costumbres y modales, trayendo así maldad e impureza a los hombres. Sus actos duraron hasta que, por orden de Yahveh, fue atado de pies y manos por el arcángel Rafael y encadenado a las ásperas y afiladas rocas de Dudael, donde permanecerá en completa oscuridad hasta el día del Juicio, cuando será lanzado al fuego para ser consumido por siempre.

En el Apocalipsis de Abraham, un texto pseudoepigráfico, Azazel aparece como un ave impura que descendió para arrebatar el sacrificio que tenía preparado Abraham (Génesis 15:11):
«Y el ave inmunda me habló y me dijo: "¿Qué estás haciendo, Abraham, en las sagradas alturas, donde nadie come o bebe, ni hay alimentos para los hombres? Sin embargo todos éstos serán consumidos por el fuego y ascenderán a las alturas, ellos te destruirán".
Y cuando vi al pájaro hablante le dije al ángel: "¿Qué es esto, señor mío?" Y él dijo: "¡Esta es la desgracia! ¡Este es Azazel!" Y le dijo: "¡Avergüénzate, Azazel! Porque la parte de Abraham está en el cielo y la tuya está en la tierra, ya que así lo escogiste al enamorarte de la morada que mancillaste. Por lo tanto, el Soberano Eterno, el Poderoso, te ha dado una morada en la tierra. A través de ti mintió el espíritu de todo mal, y a través de ti llegó la ira y los juicios sobre las generaciones de los hombres que viven impíamente"».
El texto también relaciona a Azazel con la serpiente y el infierno. En el capítulo 23, verso 7, es descrito con siete cabezas, catorce caras, «pies y manos de hombre y con seis alas a la izquierda y seis alas a la derecha de su espalda». Abraham añadió que los impíos «se pudrirán en el vientre del astuto gusano Azazel, y serán abrasados por el fuego de su lengua» (Abr. 31: 5), y en párrafos anteriores le dice al mismo Azazel: «¡Quizás seas la tea del horno de la tierra! Ve, Azazel, a las zonas inexploradas de la tierra. Por tu herencia está llena de los que están contigo» (Abr. 14: 5-6). Aquí aparece la idea de que la herencia de Dios (el mundo creado) está en gran parte bajo el dominio del mal, es decir, «compartida con Azazel» (Abr. 20: 5), siendo identificado con Satanás, quien fue llamado «príncipe de este mundo» por Jesús (Juan 12:31).

Ilustración de Azazel en el Diccionario infernal de Collin de Plancy

Kerakera onna

Kerakera onna (japonés: 倩兮女; mujer que cacarea) es un yokai del folclore japonés. Este espíritu aparece en los barrios rojos de Japón emitiendo una risa parecida a un cacareo, de ahí su nombre. Es descrito como una gigantesca mujer de mediana edad vestida con un colorido kimono, típico de los burdeles, y mal maquillada. Acechan en callejones y caminos no transitados, bailando, riendo y burlándose de la profesión que las llevó a la muerte. Rara vez aparecen fuera del barrio rojo donde murieron.

Cuando un hombre pasa por una solitaria calle o un callejón embrujado por una Kerakera-onna, ésta suelta una horrible y estridente carcajada que sólo él puede oír. Cualquiera que tenga el corazón débil podría morir de un infarto por el susto, pero los que pueden resistirlo y huyen se dan cuenta de que no pueden librarse de esa risa, que resuena como un eco en sus cabezas. Estos hombres acaban volviéndose locos por escuchar esa carcajada incesante.

Durante el período Edo, el promedio de vida de una prostituta era sólo de 23 años, ya que las condiciones de una vida así eran demasiado difíciles de soportar para la mayoría de chicas. Trabajaban muchas horas, cobraban poco y el abuso sexual era algo común, tanto por parte de los clientes como de los proxenetas. Muy pocas de estas mujeres llegaban a la mediana edad, pero cuando lo hacían, como la mayoría de cosas que alcanzaban cierta longevidad en Japón, reunían una gran energía. Cuando una prostituta moría después de servir en un mundo tan doloroso durante tanto tiempo, su fantasma no podía pasar fácilmente a la siguiente vida, por lo que se convertían en  una Kerakera onna.

ShotaKotake