Gigantes griegos

En la mitología griega, los gigantes (Griego antiguo: Γιγάντες,; Gigantes; nacidos de la tierra; singular: Γιγάς, Gigas) fueron una agresiva raza de gran fuerza, conocidos por la Gigantomaquia (griego antiguo: γιγαντo-μαχια, guerra de los gigantes), su batalla contra los dioses olímpicos. Según Hesíodo, los gigantes son descendientes de Gea (la tierra), nacidos de la sangre que cayó cuando Urano (el cielo) fue castrado por su hijo, el titán Crono. Son, por lo tanto, hermanos de las Erinias, las ninfas Melíades y de la diosa Afrodita.

En las representaciones arcaicas y clásicas se mostraba a los gigantes como hóplitas de tamaño humano, sin ningún rasgo sobrenatural. En representaciones posteriores (380 A.C. y posterior) se mostraban a los gigantes con serpientes en lugar de piernas. Poetas y mitógrafos posteriores los confunden frecuentemente con los Titanes.

Según Homero eran una raza de hombres salvajes y de grandes dimensiones, ancestros de los feacios, llamaba a Eurimedonte, rey de los gigantes, «de altivo corazón» (μεγαλήτορος), y describía a su pueblo como «soberbio» e «insensato». En la Odisea, los lestrigones, raza que atacó a Odiseo lanzándole rocas, aparecen como «fieros, con su talla gigante, mayor que la humana», diciendo de la esposa del rey de los lestrigones que «en su talla era monte rocoso». Hesíodo los llama «fuertes» (κρατερῶν) y «grandes» (μεγάλους), y en su Teogonía dice que nacieron «con resplandecientes armas, sostienendo en su mano largas lanzas».

Poseidón sosteniendo la isla Nísiros contra Polibotes
Atenea luchando contra Encélado

Otras fuentes caracterizan a los gigantes por sus excesos. Según Píndaro, el gigante Porfirión destacaba por su gran violencia, y Baquílides llama arrogantes a los gigantes, diciendo que fueron destruidos por la hibris (orgullo excesivo). El poeta Alcmán ya utilizaba a los gigantes como ejemplo de la hibris con frases como «la venganza de los dioses» y «sufrieron castigos inolvidables por el mal que cometieron», posibles referencias a la Gigantomaquia.

Con el tiempo, las descripciones de los gigantes comenzaron a hacerlos menos humanos y más monstruosos y enormes. De acuerdo con Apolodoro, los gigantes eran de gran tamaño y fuerza, de aspecto aterrador, con largas melenas y barbas y pies escamosos. Ovidio les otorga serpientes en lugar de pies y cien brazos, posible confusión con los Hecatónquiros, y Nono los describe con cabelleras de serpientes.

Los registros más detallados que se tienen de la Gigantomaquia son los dados por el mitógrafo Apolodoro. Ninguna de las fuentes anteriores, como Homero o Hesíodo, explican los motivos de la guerra, si es que llegan a hacer mención de un enfrentamiento entre los gigantes y los dioses. Según una versión minoritaria encontrada en los escolios de Euforión de Calcis, el gigante Eurimedonte violó a Hera cuando esta era una niña y engendró a Prometeo, lo que causó la furia de Zeus. De acuerdo a los escolios de Las Ístmicas de Píndaro, la guerra entre dioses y gigantes comenzó cuando el gigante Alcioneo robó el ganado de Helios, pero Apolodoro, que también menciona el robo que sufrió Helios, sugiere que la guerra comenzó como venganza de Gea cuando los Olímpicos derrotaron y encerraron a los titanes. Por esto, cuando nacieron los gigantes, comenzaron a lanzar «rocas y robles en llamas al cielo».

Una profecía decía que los gigantes no podrían morir a manos de los dioses a no ser que les ayudara un mortal con piel de león. Gea, conociendo esto, buscó una planta para hacer totalmente invulnerables a los gigantes, pero Zeus, para evitarlo, le ordenó a Eos, Selene y Helios que no saliesen al firmamento, aprovechando la oscuridad para encontrar la planta y ponerla a salvo. Luego hizo que Atenea llamase a Heracles para luchar a su lado.

La guerra tuvo lugar en Flegra, donde nacieron los gigantes, y Apolodoro afirmaba que Alcioneo y Porfirión eran los más fuertes. Heracles disparó a Alcioneo, que al mismo caer al suelo revivió, ya que era inmortal mientras estuviera en su tierra natal. Heracles, avisado por Atenea, lo arrastró más allá de las fronteras de su tierra, donde lo mató con su maza. Luego Porfirión atacó a Hera, pero al ser herido con una flecha de Eros, su ira se convirtió en lujuria e intentó violarla. Zeus lo derribo con su rayo, y Heracles, que regresaba de su encuentro con Alcioneo, lo remató con una de sus flechas.

Apolo cegó el ojo izquierdo del gigante Efialtes, y Heracles lo remató clavándole otra flecha en el ojo derecho. Dionisio mató a Éurito con su tirso. Clitio murió abrasado por las antorchas de Hécate, y Hefesto derramó el metal al rojo vivo de su forja sobre Mimas. Atenea aplastó a Encélado bajo la isla de Sicilia y despellejó a Palas, el cual intentó violarla, luego empleó su piel como escudo. Poseidón arrancó un trozo de la isla de Cos y la lanzó contra Polibotes, ese peñasco es conocido ahora como la isla Nísiros. Hermes mató a Hipólito usando el casco de la invisibilidad de Hades. Artemisa mató a Gratión, y las Moiras mataron a Agrio y Toante golpeándolos con mazas de bronce. El resto murió a manos de Zeus y de Ares, y eran rematados por las flechas de Heracles.

Las pacíficas diosas Hestia y Deméter no participaron en la guerra, y el borracho sátiro Sileno se adjudicó la victoria sobre Encélado, afirmando que batalló junto a Dionisio, su discípulo, y que sembró el caos entre los gigantes con los rebuznos de su asno.

Gigante luchando contra Artemisa - Ilustración de un relieve del Museo Vaticano

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