Bakeneko

Es una creencia común en Japón que, cuando un animal alcanza cierta edad, se convierte en un yokai y obtiene poderes mágicos, tal y como les pasa a los tanuki, kitsune, mujina e itachi. A los gatos les ocurre cuando cumplen más de trece años o superan un kin de peso (3,75 kg); entonces crecen en tamaño, se les alarga la cola y se convierten en bakeneko (japonés: 化け猫; gato fantasma/monstruo). Es común representarlos bailando sobre dos patas con una toalla o paño en la cabeza y lamiendo el aceite de las lámparas.

A los más viejos y poderosos se les acaba diviendo la cola en dos y se convierten en nekomata (japonés: 猫又; gato bifurcado). Debido a esto, se les suele cortar la cola para evitar que se conviertan en yokai, ya que con sus poderes pueden matar a humanos y suplantar su identidad; lanzar maldiciones; robar cadáveres, como en el caso de los kasha; e incluso resucitar a los muertos para utilizarlos como esclavos.

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Tríptico de Okazaki no Neko, parte de la obra kabuki Hitori Tabi Gojûsan Tsugi - Utagawa Kuniyoshi

El gato vampiro de Nabeshima

Uno de los bakeneko más famosos fue el que hostigó al príncipe de Hizen, miembro de la familia Nabeshima. El príncipe solía pasear por sus jardines con O-Toyo, su cortesana favorita, pero una noche, cuando regresaban a palacio, no se percataron de que les seguía a escondidas un gato de gran tamaño. Aquella noche, O-Toyo se despertó con el presentimiento de que alguien le estaba observando y vio al gigantesco gato acechándole en la oscuridad; antes de que pudiera gritar, se avalanzó contra ella y la estranguló. Después, el gato cavó un hoyo, ocultó el cuerpo de la joven y adoptó su aspecto.

El príncipe, que no sabía de lo ocurrido, continúo con su vida prendado de la falsa O-Toyo, pero día a día sus fuerzas decaían hasta que finalmente acabó gravemente enfermo. Ninguna medicina parecía hacerle efecto y sus vasallos se dieron cuenta de que cuando más sufría era por las noches, por lo que decidieron que cien de ellos le vigilarían mientras dormía. Desgraciadamente, todos caían en un extraño sopor pasadas las diez de la noche y la falsa O-Toyo aprovechaba para colarse en la habitación y atosigar al príncipe.

Como la situación no mejoraba, acabaron llamando al sacerdote Ruiten para que rezara por el príncipe. Mientras ejercía sus oraciones, oyó un ruido en el jardín y vio a un joven soldado purificándose y rezando ante una estatua de Buda por su señor, por lo que, conmovido por su fidelidad, intercedió por él al día siguiente y solicitó que formara parte de los cien vasallos que intentaban vigilar al príncipe por las noches. Ito Soda, que es como se llamaba el muchacho, notó el efecto del sueño a las diez en punto de la noche como el resto de hombres, pero para poder superarlo tomó una medida drástica y se apuñaló los muslos para mantenerse despierto. Al rato apareció O-Toyo complacida de ver a todos los soldados dormidos y se acercó maliciosamente al príncipe, pero, al percatarse de que Ito Soda aún estaba consciente, se vio obligada a retirarse. Como fue el único en mantenerse en vela, se le encargó que vigilase a su señor todas las noches y, gracias a su vigía, el príncipe recuperó la salud al no recibir las visitas de O-Toyo.

Las sospechas de que O-Toyo en realidad era un espectro crecieron e Ito Soda decidió presentarse en sus aposentos para matarla. Colocó a ocho soldados fuera e intentó atacarle con su espada, pero ella se defendió con una lanza. Al ver que no podía vencer al muchacho, decidió huir convertirda en gato; esquivó las flechas de los soldados que estaban esperándola y huyó a la montaña. Fuera de palacio, el bakeneko continuó creando estragos en la vecindad, pero el príncipe logró acabar con ella en una batida de caza.

El bakeneko acecha a O-Toyo - Toyohara Chikanobu Se desvela la identidad del bakeneko - Utagawa Kunisada

Los lobos llaman a Koike-baba

Otro macabro relato en el que un gato se hace pasar por un humano lo podemos encontrar en la historia que le ocurrió a uno de los siervos del clan samurái de Koike, en Unshu Matsue. Este hombre se vio atacado una noche por una manada de lobos que acabaron arrinconándolo en lo alto de un árbol. Para llegar hasta él, los lobos formaron una columna subiéndose uno encima del otro, pero, como les faltaba uno para alcanzarle, decidieron llamar a Koike-baba (la vieja Koike).

Al rato apareció un gato gigantesco que subió a lo alto de la columna de lobos y, cuando estuvo a punto de lanzarse contra el hombre, éste le asestó un golpe en la frente con su katana. Todos los animales desaparecieron asustados y sólo quedó en el suelo la tapa de una tetera que se le había caído al gato. Al día siguiente, mientras examinaba la tapa, nuestro protagonista se dio cuenta de que ya la había visto antes en la casa de su señor, así que decidió comunicárselo.

Cuando llegó a la mansión, se encontró con un gran revuelo, pues había desaparecido la tapa de una de las grandes teteras de la familia y la madre del señor había aparecido con una gran herida en la frente. Al contarle a su amo todo lo que había vivido la noche anterior y mostrarle la tapa de la tetera, éste se dirigió de inmediato a los aposentos de su madre y la mató con su katana mientras dormía. Bajo su futón, en lugar del cuerpo de la anciana, encontraron el cadáver de un gran gato.

Takasu no bakeneko - Shigeru Mizuki

El bakeneko de Takasu Genbei

Algo parecido a la historia anterior le ocurrió a Takasu Genbei, uno de los vasallos del señor de Tanba. Todo comenzó cuando desapareció el gato que tenía por mascota y al poco tiempo su madre empezó a desarrollar un comportamiento extraño: le desagradaba ver a otras personas y sólo comía cuando se encontraba sola en su habitación. Como este comportamiento llamó la atención de todo el mundo, algunos de los criados la espiaron y vieron cómo se alimentaba igual que un animal. Genbei acabó llegando a la conclusión de que aquello ya no era su madre, sino un bakeneko que la había sustituido, así que decidió acabar con la vida de la impostora.

Tras muchas dudas y remordimientos, disparó una flecha contra la mujer, pero contempló horrorizado que el cadáver mantenía forma humana. Lleno de pesar, estuvo a punto de suicidarse haciéndose el harakiri, pero consiguieron contenerlo diciéndole que esperara al día siguiente a ver qué ocurría. Pasada la noche, la magia del bakeneko se disipó y se reveló su verdadero aspecto. Después de eso, Genbei encontró el cadáver de su verdadera madre enterrado en su cuarto bajo las esteras del tatami.

Los gatos de montaña

Shigeru Mizuki recogió en su Enciclopedia Yokai un relato sobre los yamaneko (gatos de montaña). Un hombre que iba de camino a Sekishu, la actual prefectura de Shimane, estaba cruzando un paso de montaña cuando se le hizo de noche. Al apretar el paso, le salió por el camino un lobo que le mordió los faldones del kimono, impidiendo que pudiera avanzar. El hombre caminó lo que pudo arrastrando al lobo, pero en cierto punto el animal se detuvo por completo y se vio obligado a detenerse. Allí parado, el hombre contempló como una miriada de lucecitas se aproximaban a él. Lo que primero confundió con antorchas resultaron ser los brillantes ojos de un desfile de gatos, que pasaron ante él sin hacerle ningún daño gracias a la presencia del lobo. Según Mizuki, este animal era en realidad una deidad protectora de la montaña.

La generosidad de Okesa

Pese a los ejemplos anteriores y la mala fama que tenían los gatos en Japón, hay algunas historias en las que son benefactores de los humanos. Matthew Meyer recogió un relato sobre Okesa, uno de los muchos gatos que tenía una anciana de la isla Sado. Esta mujer era muy pobre y apenas tenía dinero para comida, por lo que los gatos que le hacían compañía la fueron abandonando poco a poco hasta que sólo quedó Okesa, a la que alimentaba aunque no tuviera para comer ella misma. Desgraciadamente llegó a un punto en el que no podía mantenerse y lloró ante la gata suplicándole que no se fuera ella también. Al día siguiente, como temía, la gata se había ido, pero con lo que no contaba es que iba a volver transformada en una hermosa joven y que iba a ofrecerle su ayuda.

Okesa quería devolverle a su dueña todo el cariño y cuidados que le había brindado, por lo que le dijo que debía venderla como geisha a un adinerado hombre de Edo que había llegado a la ciudad. La anciana hizo lo que le había indicado su gata y ganó tal cantidad de dinero que podría mantenerse para el resto de su vida. Okesa, por su parte, se convirtió en la geisha más famosa y aclamada de Edo.

Todo le iba bien hasta que la tripulación de un barco que acaba de llegar a la ciudad fue a visitarla. Todos comieron, bailaron y bebieron toda la noche hasta que cayeron rendidos, pero el capitán, que se despertó de imprevisto, vio en la sala a un gigantesco gato vestido con las ropas de Okesa devorando un pescado. El gato se giró hacia él y le dijo que no le contara a nadie lo que había visto si no quería sufrir las consecuencias. El capitán prometió guardar silencio, pero cuando partieron al día siguiente y se encontraba en alta mar con sus hombres, les contó lo que vio aquella noche. De repente y salida de la nada, llegó una tormenta de negros nubarrones de entre los cuales salió una enorme zarpa de gato que se llevó al capitán por romper su promesa.

Ilustración de la escena Okazaki no Neko de la obra Hitori Tabi Gojûsan Tsugi - Utagawa Kuniyoshi

Sirena

Una sirena (griego: Σειρήν; homónimo de la sirena clásica) es una criatura legendaria acuática con la parte superior del cuerpo de una mujer y la cola de un pez. Estos seres aparecen en el folklore de muchas culturas alrededor del mundo. En los bestiarios medievales eran representadas con un espejo y un cepillo, símbolo de vanidad, orgullo y lujuria. A la contraparte masculina de las sirenas se les llama tritones, en honor a Tritón, hijo del dios griego Poseidón.

Según Paracelso, las sirenas eran la descendencia monstruosa que podían tener en ocasiones las ondinas, los espíritus elementales del agua que carecían de alma inmortal. Esta idea fue tomada por Christian Andersen en su cuento La sirenita, donde la protagonista, enamorada de un hombre, deseaba ser humana para tener alma y poder estar con su enamorado en el Cielo tras la muerte y no convertirse simplemente en espuma de mar al morir.

Estas sirenas no deben confundirse con las sirenas de la mitología griega. En inglés existen dos términos diferentes para diferenciar a estas criaturas: mermaid, para las sirenas mitad mujer y mitad pez, y siren, para las criaturas de la mitología griega con cabeza de mujer y cuerpo de ave. De ellas procede el nombre del orden biológico de los sirenios, que incluye a dugongos y manatíes. Posiblemente estos animales contribuyeran al mito de las sirenas al ser confundidos con estos seres sobrenaturales por marineros y exploradores. Cristobal Colón, por ejemplo, informó del avistamiento de sirenas mientras exploraba el Caribe.

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Características generales

Las características generales de una sirena son claras y bien definidas. Datan de épocas de gran antigüedad y se han conservado inalteradas casi hasta nuestros días. Según este conjunto de creencias, las sirenas son como hermosas doncellas de cintura para arriba, pero tienen cola de pez. Llevan un peine y un espejo y a menudo se les ve acicalando sus cabelleras y cantando con irresistible dulzura sobre alguna roca junto al mar. Atraen a los hombres hasta la muerte y su aparición es presagio de tormentas y desastres. También se podría considerar que no sólo eran anuncio de desgracias, sino que en realidad las provocaban para ahogar o devorar a los marineros. En algunas de las primeras descripciones celtas tienen un tamaño monstruoso, como el de una sirena varada en el año 887 d.C. mencionada en los Anales de los cuatro maestros, donde se dice que medía 50 metros, su cabello, bastante más corto, era de 5 metros y sus dedos medían 2 metros de largo, al igual que su nariz.

Las sirenas podían habitar tanto en el mar como en agua dulce. Un ejemplo de una de estas sirenas aparece en la historia del Laird de Lorntie en Popular Rhymes of Scotland. El joven laird de Lorntie, en Forfarshire, regresaba de cazar junto a sus perros y su sirviente cuando oyó a una doncella pidiendo ayuda al pasar cerca de un lago. El laird, conocido por su valentía y disposición de ayudar a todo el mundo, acudió raudo al lago y encontró a una joven chapoteando en el agua a punto de ahogarse. Cuando estuvo a pocos instantes de agarrar los largos y dorados mechones de la dama para salvarla, su sirviente lo sacó del agua sospechando que se trataba de la argucia de un espíritu acuático. El joven laird pudo comprobar que era cierto cuando, al alejarse a caballo, la sirena le gritó con voz diabólica que si no hubiera sido por su siervo se habría hecho con su corazón.

El anciano de Cury

En otras tradiciones populares son benévolas y pueden enamorarse de humanos u otorgarle favores. En el cuento The old man of Cury, un anciano llamado Lutey entabla conversación con una sirena que había quedado atrapada en un charco de agua en la playa después de que la marea bajase sin que ella se diera cuenta. La sirena le contó que debía volver cuanto antes al mar, pues había salido a explorar mientras su marido y su hijo dormían en una gruta cercana y temía por el caracter violento y salvaje de su compañero. Si no la encontraba al despertar, la acusaría de haber estado rondando la compañía de otros hombres y, si le entraba hambre, era capaz de devorar a su propio hijo. Lutey se apiadó de ella y la llevó en brazos hasta al mar, donde, antes de despedirse, la sirena le prometió cumplirle tres deseos por su buena obra. De buen corazón y poco materialista, el anciano le pidió el poder de romper los hechizos de las brujas, alejar las enfermedades y descubrir a los ladrones para restaurar los bienes robados. Desde entonces, los descendientes de este hombre aún poseen estos poderes.

La sirena - Giulio Aristide Sartorio

Botis

Botis, también conocido como Otis, es el decimoséptimo demonio nombrado en el Ars Goetia. Es un gran presidente y conde de los infiernos y, cuando es invocado, aparece en un principio como una horrible serpiente, pero cuando se lo ordena el mago adopta forma humana con grandes dientes y cuernos, portando una afilada espada en su mano. Cuenta todas las cosas pasadas y las que están por venir, reconcilia amigos y enemigos, rige sobre sesenta legiones de demonios y se debe usar su sello durante su invocación.

En el Grand Grimoire, un antiguo libro en el que se especifica cómo invocar a Lucifer o a Lucífago para hacer un pacto, se menciona la jerarquía que hay en el infierno: Lucifer es el emperador; Belcebú, el príncipe y Astaroth, el gran duque. Por debajo de éstos hay seis espíritus superiores: Lucífago, el primer ministro; Satanachia, el gran general; Agliarept, el general; Fleurety, el lugarteniente general; Sargatanas, el brigadier y Nebiros, el mariscal de campo. Estos espíritus tenían a su vez bajo sus órdenes a otros dieciocho demonios, estando Buer, Gusoyn y Botis al servicio de Agliarept.

Yuki Fujisawa (藤澤ユキ)

Bathin

Bathin, también conocido como Bathym y Marthim en el Diccionario Infernal y el Pseudomonarchia Daemonum, es el decimoctavo demonio nombrado en el Ars Goetia. Es un duque infernal fuerte y poderoso que aparece como un hombre fornido con cola de serpiente y monta sobre un pálido caballo. Conoce las virtudes de las plantas y de las piedras preciosas, y puede transportar a los hombres de un país a otro en un instante. Se debe usar su sello durante su invocación y rige sobre treinta legiones de demonios.

En el Grand Grimoire, un antiguo libro en el que se especifica cómo invocar a Lucifer o a Lucífago para hacer un pacto, se menciona la jerarquía que hay en el infierno: Lucifer es el emperador; Belcebú, el príncipe y Astaroth, el gran duque. Por debajo de éstos hay seis espíritus superiores: Lucífago, el primer ministro; Satanachia, el gran general; Agliarept, el general; Fleurety, el lugarteniente general; Sargatanas, el brigadier y Nebiros, el mariscal de campo. Estos espíritus tenían a su vez bajo sus órdenes a otros dieciocho demonios, estando Bathin, Hursan y Eligor al servicio de Fleurety.

Yuki Fujisawa (藤澤ユキ)

Hiperbóreos

En la mitología griega, Hiperbórea era una región situada en las tierras septentrionales aún desconocidas, al norte de Tracia. Su nombre (en griego: Υπερ βορεία; Hyper Boreas; más allá del norte) deriva precisamente de que se creía que el dios-viento Bóreas habitaba en Tracia, y los hiperbóreos, sus hijos, lo harían más al norte de este reino, en el país de Hiperbórea. Se les atribuían costumbres primitivas: Sileno, en una de sus fábulas, decía que fueron los primeros hombres en ser visitados por los habitantes de otro continente más allá del océano que, asustados por lo que se encontraron, regresaron a su país y no volvieron más. Diversos fragmentos acerca de Pitágoras sostenían que él provenía de los hiperbóreos.

De los hiperbóreos se decía que eran inmortales, además de ser descritos como dioses. El dios Apolo conducía cada diecinueve años su carro hacia esta región para rejuvenecer. También se dice que a Medusa la desterraron a aquellas tierras.

Esta tierra se suponía que era perfecta, con el sol brillando veinticuatro horas al día, que con los conocimientos actuales se le podría ubicar dentro del Círculo Polar Ártico. Sin embargo, también es posible que Hiperbórea no tenga una ubicación física real, de acuerdo con el poeta clásico griego Píndaro:
«Ni en buque ni a pie tendría que encontrar
el camino maravilloso hacia la reunión de los hiperbóreos».
Píndaro también describió la perfección sobrenatural de los hiperbóreos:
«Nunca la musa está ausente
de sus caminos: chocan las liras y lloran las flautas 
y coros inaugurales de todo el mundo giraban.
Ni la enfermedad ni la vejez amarga se mezcla
en su sagrada sangre; lejos del trabajo y la batalla viven».
Sólo de entre los doce Olímpicos, Apolo era venerado entre los hiperbóreos. Los antiguos helenos pensaban que el brillante dios pasaba los inviernos entre ellos y que los Hiperbóreos le enviaban misteriosos regalos envueltos en paja que llegaban a Dodona y luego pasaban de aldea en aldea hasta llegar al templo de Apolo en Delos. Abaris, un sacerdote hiperbóreo de Apolo, fue un famoso sanador y vidente errante.

Hiperbórea era una de las muchas terrae incognitae para los antiguos griegos y romanos, donde Plinio, Píndaro y Heródoto, al igual que Virgilio y Cicerón, afirmaban que sus gentes llegaban a alcanzar los cien años de edad y disfrutaban de vidas llenas de felicidad.

El antiguo escritor griego Teopompo en su obra Filípicas afirmó que Hiperbórea intentó ser conquistada por los habitantes de Merope (otra isla ficticia), los cuales enviaron un ejercito de 10 millones de soldados, aunque finalmente desistieron al darse cuenta de que los hiperbóreos eran demasiado fuertes y de las más afortunadas de las gentes; esta historia inusual fue preservada por Claudio Eliano.

La leyenda griega afirma que los Boréades, los descendientes de Boreas y la ninfa de la nieve Quíone (hija de Bóreas y Oritía), fundaron la primera monarquía teocrática en Hiperbórea. Esta leyenda se conserva en los escritos de Eliano: «Este dios [Apolo] tiene como sacerdotes, hijos de Bóreas (el viento del norte) y Quíone (la nieve), eran tres en número, hermanos por nacimiento, y de seis codos de altura [aproximadamente 3 metros]».

No existen otras descripciones físicas de los hiperbóreos en las fuentes clásicas. Sin embargo, Herodiano, un gramático del siglo III, escribió que los Arimaspos (otro pueblo ficticio) eran idénticos en apariencia a los hiperbóreos, y Esteban de Bizancio, en el siglo VI afirmó lo mismo. El antiguo poeta Calímaco describió a los arimaspos con el pelo rubio.

Boreas secuestrando a Oritía - Peter Paul Rubens

Leraje

Leraje, también conocido como Leraie o Leraikha, es el decimocuarto demonio nombrado en el Ars Goetia. Es un gran y poderoso marqués del infierno que se muestra como un arquero vestido de verde y portando su arco y su carcaj. Causa grandes batallas y hace que las heridas causadas por flechas en los combates se pudran e infecten. Pertenece a Sagitario, gobierna treinta legiones de demonios y se debe usar su sello durante su invocación. En el Pseudomonarchia Daemonum también es conocido como Loray u Oray.

En el Grand Grimoire, un antiguo libro en el que se especifica cómo invocar a Lucifer o a Lucífago para hacer un pacto, se menciona la jerarquía que hay en el infierno: Lucifer es el emperador; Belcebú, el príncipe y Astaroth, el gran duque. Por debajo de éstos hay seis espíritus superiores: Lucífago, el primer ministro; Satanachia, el gran general; Agliarept, el general; Fleurety, el lugarteniente general; Sargatanas, el brigadier y Nebiros, el mariscal de campo. Estos espíritus tenían a su vez bajo sus órdenes a otros dieciocho demonios, estando Loray, Valefor y Farai al servicio de Sargatanas.

Simon-Co

Mujer Ciervo

Deer Woman, o Deer Lady, (en inglés: mujer ciervo) es un ser de la mitología norteamericana que se representa como una mujer que puede transformarse en distintas formas. El mito está especialmente desarrollado en la zona de Oklahoma, Fort Dodge, Iowa, la zona oeste de Estados Unidos y la zona noroeste del Pacífico. La leyenda dice que puede aparecer como una mujer anciana, una joven dama o un ciervo. Según otras descripciones la parte superior de su cuerpo es el de una mujer mientras que sus miembros inferiores son los de un venado de cola blanca. 

Se dice que la Mujer Ciervo aparece como una hermosa mujer junto a carreteras y senderos o escondida tras los arbustos, llamando a los hombres para que se acerquen. Por lo visto, muchas veces tiene los rasgos físicos de una muchacha normal, salvo por sus pies, que son pezuñas de venado, y por tener los ojos marrones de un ciervo. Los hombres que son atraídos por ella no se dan cuenta de estas anomalías a tiempo y mueren pisoteados. En otras historias y tradiciones interpretan el avistamiento de esta criatura como un símbolo de transformación personal o como una advertencia. También se dice que es aficionada a bailar y a veces se une de incógnito a bailes comunales, marchándose solamente cuando los tambores cesan.

Según la tradición de los Ojibwa, se puede espantar a este ser con tabaco y cánticos, y si le miras las pezuñas que tienen por pies podrías romper su hechizo, ya que huiría al verse descubierta.

Robina Cai

Principados

Los Principados (latín: principatus; plural: principatus) son, según la angelología cristiana y la clasificación de Dionisio Areopagita, ángeles de la séptima categoría del coro celestial, completando junto a los ángeles y los arcángeles el tercer grupo jerárquico del mismo. Aparecen para colaborar, en poder y autoridad, con las Potestades. Los Principados presiden sobre grupos de ángeles y les encargan el cumplimiento del ministerio divino. 

A los Principados se les representa llevando una corona y portando un cetro. Entre sus obligaciones está el cumplir las órdenes que reciben de las Dominaciones y legar bendiciones al mundo material. Su tarea es la de supervisar grandes grupos de personas, como naciones y países. Son educadores y guardianes de los reinos de la Tierra. Se dice que inspiran a los seres vivos en diversos temas, como arte o ciencias. Pablo usó los términos «principado» y «autoridad» en Efesios 1:20, y «principados» y «potestades» en Efesios 3:10.

Jinetes del Apocalipsis

Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis son los cuatro caballeros que se describen en la primera parte del capítulo sexto del Apocalipsis. El capítulo habla de un pergamino en la mano derecha de Dios que está sellado con siete sellos, en ese escenario Jesús abre los primeros cuatro sellos de los siete, liberando a estos jinetes que montan en caballos blanco, rojo, negro y uno bayo. Según la exégesis representan y son alegorías de la Victoria, la Guerra, el Hambre y la Muerte, respectivamente, aunque solo a este último se le designa por este nombre.

El primero de los jinetes es el que monta sobre un caballo blanco:
«Cuando abrió el primer sello, oí al primer ser viviente, que decía: Ven. Miré y vi un caballo blanco, y el que montaba sobre él tenía un arco, y le fue dada una corona, y salió vencedor, y para vencer».
Este jinete es identificado con la Conquista o Victoria (griego: νικάω), caracterizado por portar un arco y una corona. San Ireneo y San Juan Crisóstomo sostienen que el arquero montado sobre el caballo blanco es, en concreto, la triunfante propagación del Evangelio. Otros estudiosos lo identifican con Jesucristo según los textos de Revelaciones 19, el simbolismo del color blanco de su caballo (justicia) y que Cristo ha recibido en alguna ocasión el sobrenombre de Conquistador. Aunque otras interpretaciones aseguran que el primero de los jinetes del Apocalipsis no es el mismo de Revelaciones 19, y que Jesús sea el cordero que abre los sellos le imposibilita ser una de las fuerzas liberadas del libro.

Aparte de Cristo, el jinete podría representar el Espíritu Santo. El Espíritu Santo ha de acudir a los Apóstoles en Pentecostés después de la partida de Jesús. La aparición del León en Apocalipsis 5 muestra la llegada triunfal de Jesús en el cielo, y el caballero blanco podría representar la llegada del Espíritu Santo que ha sido enviado por Jesús.

El primero de los jinetes también es identificado con la Pestilencia, propagador de plagas y peste. Esta interpretación apareció por primera vez en 1906 en la Enciclopedia Judaica y es común su uso en la cultura popular. Puede que esta identidad se le otorgara basándose en los textos de Revelaciones 6:7-8: « Y se les otorgó poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar por medio de la espada, el hambre, las epidemias y las fieras de la tierra».


El caballo rojo es el cabalgado por la Guerra:
«Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: "Ven". Entonces salió otro caballo, rojo; al que lo montaba se le concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros; se le dio una espada grande».
Es representado alzando una espada, listo para la batalla. El color de su caballo es rojo (griego: πυρρός; fuego), y en algunas traducciones se especifica claramente que es "rojo fuego". El color de su montura y la espada desenvainada representan la sangre que será derramada. Este jinete puede representar la guerra civil y la caída de imperios en oposición a la guerra de conquista que simboliza el primer jinete. Otros estudiosos han sugerido que también podría representar la persecución de los cristianos.


El tercer jinete cabalga sobre un caballo negro, es el Hambre:
«Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino».
El tercer jinete monta un caballo negro y se considera que es el Hambre. El jinete lleva un par de balanzas o básculas, indicando así la manera en la que se pesará el pan durante una hambruna. Algunos estudiosos lo identifican con el Señor como legislador. De los cuatro hombres a caballo, el caballo negro y su jinete son los únicos cuya aparición se acompaña de una pronunciación vocal. Juan oye una voz, no identificada, pero procedente de los cuatro seres vivientes, que habla de los precios del trigo y la cebada, también se dice «pero no dañes el aceite ni el vino». Esto sugiere que el hambre que traerá este jinete procederá del aumento del precio del grano, pero sin afectar a los suministros de aceite y vino. Una explicación para esta frase es que los cultivos de cereales serían más susceptibles en años de hambruna que los cultivos de olivos y viñedos. Este texto también podría sugerir una continua abundancia de lujos para los ricos, mientras que alimentos básicos como el pan, serían escasos. Por otra parte, la preservación del aceite y el vino podría simbolizar la preservación de los fieles cristianos, que utilizan aceite y vino en sus sacramentos.


El caballo bayo es cabalgado por el jinete de la Muerte:
«Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente que decía: "Ven". Miré, y vi un caballo bayo. El que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades lo seguía: y les fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la tierra».
El cuarto y último jinete tiene por nombre Muerte. De todos los jinetes, es el único a quien el propio texto explícitamente da un nombre. A diferencia de los otros tres, no se le describe con un arma u objeto, en lugar de eso es seguido por el Hades, aunque la mayoría de ilustraciones le muestran portando una guadaña.

El color del caballo de la Muerte es khlôros (χλωρóς) en la koiné original griega, que a menudo se traduce como "pálido", aunque "ceniciento", "verde claro", y "verde amarillento" son otras posibles interpretaciones; por esto existen ilustraciones en las que su color es gris, verde o amarillo, pero siempre indicando la palidez enfermiza de un cadáver. El comienzo del verso «se les dio poder sobre la cuarta parte de la tierra» puede referirse únicamente a la Muerte y al Hades, o puede resumir el papel de los cuatro jinetes. A este jinete le seguía el Hades con las fauces abiertas para recibir a las víctimas llevadas por la muerte. Su misión era acabar con el Imperio Romano con los cuatro juicios de Dios (espada, hambre, peste y las fieras salvajes).

Cuatro Jinetes del Apocalipsis - Viktor Vasnetsov 

Rana de Loveland

La rana de Loveland (Loveland frog, en inglés) es una supuesta criatura pseudocríptida perteneciente a la cultura popular estadounidense. Fue vista por primera vez en Loveland, Ohio, Estados Unidos.

Su aspecto sería similar al de una rana humanoide de 1,2 m (4 pies) de altura. Se han relatado supuestos encuentros con esta criatura en los años 1955, 1972 y 1998, siempre en lugares cercanos a ríos o lagos, supuestos hábitats de estos animales. Un hombre de la localidad afirmó haber visto tres hombres de aspecto anfibio a un lado de la carretera en 1955, y un oficial de la policía aseguró avistar una criatura similar en el puente de la ciudad de 1972.

El profesor de folklore de la Universidad de Cincinnati Edgar Slotkin comparó a la rana de Loveland con la leyenda de Paul Bunyan, diciendo que los relatos sobre ésta han sido narrados por "varias décadas" y que los reportes de avistamientos parecen surgir en ciclos predecibles.

Serpopardo

La palabra serpopardo es un término aplicado por algunos estudiosos modernos para referirse a una bestia mítica del Antiguo Egipto y Mesopotamia. Este término no se utiliza en los textos originales y es una interpretación hecha recientemente, compuesta por las palabras "serpiente" y "leopardo", ya que el nombre original de esta bestia es desconocido. 

Esta criatura aparece principalmente como decoración en las paletas de cosméticos del período pre-dinástico de Egipto y como motivo decorativo en los sellos cilíndricos del Período Uruk (3500-3000 A.C.).

Se le identifica normalmente como una leona dotada de un cuello inusualmente largo. Tiene el típico penacho en la punta de la cola de dicha especie y no tiene el cuerpo moteado. La cabeza no tiene atributos de reptil, sin escamas, lengua u ojos de serpiente, y las orejas con las que se le representa son redondas como las de los leones Al igual que otros pueblos de la antigüedad, los egipcios son conocidos por sus precisas representaciones de los animales con los que cohabitaron, por lo que es fácil reconocer las partes originales que componían sus criaturas híbridas, empleadas para representar deidades y conceptos religiosos.

Las leonas interpretaron un papel muy importante en los conceptos religiosos del Alto y Bajo Egipto, y es probable que hayan sido designadas como animales relacionados con la protección y la realeza. Los cuellos largos pueden ser una simple exageración, utilizada para encuadrar un motivo artístico.

Se cree que en Mesopotamia, el uso de estos leones de cuello serpentino y el de otras quimeras, es «la manifestación del aspecto ctónico del dios de la vitalidad natural, que se manifiesta en todo tipo de vida que brote de la tierra».

Zheng

El Zheng es una bestia de la mitología china de la que se afirmaba que llegó a vivir entre las criaturas reales de este mundo. Era un leopardo con un solo cuerno que brotaba de su frente. Era rojo y estaba dotado de cinco colas. El zheng producía el sonido de las piedras al entrechocar. Vivía en las montañas con otras muchas criaturas fabulosas según los antiguos bestiarios chinos.

Peluda

La Peluda (también llamada Bestia Lanuda o La Velue; "La Peluda" en francés) era un supuesto monstruo mitológico o dragón que aterrorizaba a La Ferté-Bernard, en Francia. Se decía que merodeaba el río Huisne.

Se decía que era del tamaño de un toro y tenía cabeza de serpiente. Su cuerpo era redondo, estaba cubierto de pelaje verde y tenía aguijones cuya picadura era mortal. Sus patas eran anchas, similares a las de una tortuga de agua dulce. Tenía cola de serpiente, con la que podía matar a personas y animales.

Se decía que este animal sobrevivió al Diluvio sin haber entrado en el Arca. Noé decidió dejar fuera a la bestia debido a que era peligrosa para los demás animales, ya que tenía mal carácter y cuando se enfadaba exhalaba fuego y escupía un ácido mortal a sus enemigos. Noé engañó a la criatura para que creyera que zarparían al atardecer, pero al final el Arca zarpó al amanecer. El monstruo, conocido como la Peluda, luchó para salvarse y prometió vengarse de los humanos por abandonarlo. Siendo anfibio y teniendo piel gruesa, la Peluda nadó usando su cola gruesa y serpentina. Nadó hasta debilitar su cola, provocando que sea el único punto vulnerable en el cuerpo acorazado de la criatura.

La Peluda surgió de su cueva en la Edad Media y se escondió en la ribera del río Huisne en Francia. En venganza por haber sido abandonada en el Diluvio, comenzó a atacar humanos puros e inocentes, prefiriendo a las doncellas y niños. Buscaba a las doncellas más virtuosas, y a aquella que era capturada la llamaban la Corderita (l'agnelle). Se la llamó entonces en francés La Velue. Atacó granjas, establos y pueblos. Arruinó cosechas con su aliento de fuego y pisoteaba a sus víctimas con sus poderosas patas. Cuando era perseguida por los campesinos, se sumergía en el Huisne, desbordándolo e inundando toda la zona. Un día, atrapó a una doncella y la arrastró herida al lecho del Huisne. El novio de la joven decidió rescatarla y fue ayudado por varios herreros que le fabricaron la espada de hoja ancha más afilada y ligera de todas. El joven practicó día y noche hasta que pudo manejarla bien antes de salir a matar a la bestia acorazada. Finalmente se enfrentó al monstruo y cortó con la espada la cola de la Peluda, su único punto débil. El monstruo murió y fue embalsamado, festejándose su muerte con tambores, flautas y danzas.

Hombre de arena

El Hombre de arena, Arenero o Sandman es un personaje del folclore del norte de Europa que trae buenos sueños a la gente esparciendo arena mágica sobre sus ojos mientras duermen. Es un personaje popular en muchas historias para niños. Se dice que espolvorea arena o polvo en los ojos de los niños para dormirlos y traerles buenos sueños. Las legañas que aparecen en los ojos al despertar son resultado del trabajo del Hombre de arena por la noche.

La historia Ole Lukøje de Hans Christian Andersen introduce al Hombre de arena, llamado Ole Lukøje, relatando los sueños que le daba a un joven chiquillo durante una semana con su arena mágica. Ole es su nombre danés y "Lukøje" significa "cierra ojos". Andersen escribió lo siguiente:
«No hay nadie en el mundo que conozca tantas historias como Ole Cierraojos, o que pueda relatarlas tan bien. Por la noche, mientras los niños están sentados en la mesa o en sus pequeñas sillas, sube por las escaleras muy suavemente, porque anda con calcetines, abre las puertas sin el más mínimo ruido, y deja caer una poquita arena muy fina en sus ojos, sólo la suficiente para evitar que los mantengan abiertos y así no le vean. Entonces se desliza tras ellos y les sopla gentilmente en el cuello, hasta que sus cabezas empiezan a desplomarse. Pero Ole Cierraojos no quiere que se hagan daño, pues es muy considerado con los niños y sólo quiere que estén en silencio para poder contarles hermosas historias, pero nunca están lo suficientemente tranquilos hasta que están en la cama durmiendo. Tan pronto como se duermen, Ole Cierraojos se sienta sobre la cama. Va muy bien vestido; su abrigo está hecho de fina seda, es imposible decir de qué color, porque cambia de verde a rojo, y de rojo a azul, según gire a un lado u otro. Debajo de cada brazo lleva un paraguas, uno de ellos, con imágenes en el interior, que abre sobre los niños buenos, y así sueñan con las más bellas historias toda la noche. Pero el otro paraguas no tiene imágenes, y lo sostiene sobre los niños traviesos para que duerman pesadamente y despierten por la mañana sin haber soñado nada».
E.T.A. Hoffmann (1776-1822) escribió una representación tergiversada del adorable personaje en una historia llamada Der Sandmann, que mostró cómo de siniestro podía ser dicho personaje. De acuerdo con la enfermera del protagonista, arrojaba arena en los ojos de los niños que no iban a dormir, como resultado de esto se les caían los ojos y el Hombre de Arena los recogía, para luego llevarlos a su nido de hierro en la Luna y alimentar a sus hijos con ellos. El protagonista de la historia crece asociando esta criatura de pesadilla con la figura verdaderamente siniestra del socio de su padre, Coppelius. En el folklore rumano hay un personaje similar, Mos Ene (Ene el Viejo).

Fossegrim

En el folclore escandinavo, el Fossegrim, también conocido simplemente como Grim (noruego) o Strömkarlen (sueco), es un espíritu del agua o trol que toca el violín, especialmente el violín Hardanger, y puede ser persuadido para enseñar dicho talento.

El Fossegrim está relacionado con los neck o nixie, por lo que también es conocido en Suecia como Nacken, pero en lugar de estar relacionado con estanques y lagos se le asocia con ríos (sueco: "el hombre del río"), con cascadas (foss en noruego) y con los molinos de agua. También se le ha asociado con la kvernknurr, un espíritu de los molinos.

El Fossegrim es considerado como un violinista de talento excepcional: los sonidos del bosque, del viento y del agua brotan de las cuerdas de su violín. Se dice que la balada del Strömkarlen sueco tiene once variaciones, y que la última se reservaba únicamente para los espíritus de la noche porque cuando la tocaba "las mesas y bancos, tazas y botes, barbagrises y abuelas, ciegos y cojos, incluso los bebés en la cuna"comenzaban a bailar.

Este espíritu estaría dispuesto a instruir a los humanos en sus habilidades a cambio de una ofrenda hecha en secreto un jueves por la noche: lanzar un macho cabrío blanco a una cascada que fluya hacia el norte con la cabeza mirando al lado contrario de la cascada o fenalår (cordero ahumado) robado del almacén del vecino cuatro jueves consecutivos. Si la ofrenda no tiene suficiente carne en los huesos, sólo instruirá al suplicante cómo afinar el violín. Si la ofrenda es satisfactoria, tomará la mano derecha de su pupilo y colocará sus dedos sobre las cuerdas del violín hasta que sangren, después de lo cual será capaz de tocar tan bien que «los árboles danzarían y los torrentes se detendrían en su caída». 

En la lista de violinistas famosos de los que se decía que habían aprendido de un fossegrim están Targjei Augundsson, conocido como Myllarguten, y Ole Bull, cuya estatua en el cetro de Bergen incluye un fossegrim tocando el arpa bajo una cascada.

Fossegrim - Jonny Andvik

Hikeshi baba

La Hikeshi-baba (火消婆; anciana que apaga fuegos) es un yokai de la mitología japonesa que toma la apariencia de una grotesca anciana de cabellos blancos que va de casa en casa apagando velas.

Hikeshi-baba no es un yokai peligroso, aunque sus hábitos pueden perjudicar indirectamente a la gente. Su propósito es hacer del mundo un lugar más sombrío apagando las alegres linternas de papel que decoran los hogares japoneses. Los yokai, por naturaleza, no están acostumbrados a las luces brillantes o los ambientes alegres. Su trabajo está destinado a adecuar el ambiente para que otros yokais puedan salir a realizar sus fechorías.

Huli Jing

Los Huli jing (Chino: 狐狸精; espíritu zorro), Huxian (狐仙: zorro inmortal) o Jiuweihu (九尾狐: zorro de nueve colas) son criaturas de la mitología china, espíritus que pueden ser tanto buenos como malos. Además, son el origen del mito de los kitsune japoneses.

En la mitología china existe la creencia de que todas las cosas son capaces de adquirir forma humana, poderes mágicos e inmortalidad si reciben la energía suficiente, ya sea de la respiración de los humanos o de la esencia del sol y la luna.

Los zorros espíritus que aparecen en los cuentos y leyendas normalmente son hembras y aparecen como jóvenes y hermosas mujeres. Una de las más infames de estos espíritus fue Daji (妲己), la cual aparece en la novela shenmo (género literario de fantasía sobre dioses y monstruos) Fegshen Yanyi, de la dinastía Ming. Daji era la hermosa hija de un general que fue forzada a casarse con el cruel tirano Zhou Xin (紂辛). Un espíritu zorro de nueve colas que servía a Nüwa, diosa que fue ofendida por Zhou Xin, poseyó el cuerpo de la pobre Daji y expulsó su verdadera alma. El espíritu, en el cuerpo de Daji, y su nuevo esposo maquinaban crueles ideas e inventaron diversos métodos de tortura, como obligar a sus víctimas a abrazar pilares de metal al rojo vivo.

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Debido a tales crueldades, muchas personas, incluyendo exgenerales de Zhou Xin, se rebelaron y lucharon contra la dinastía de Zhou Xin, la dinastía Shang. Finalmente, el rey Wen de Zhou, uno de los vasallos de Shang, fundó una nueva dinastía con su nombre. El espíritu zorro que habitaba en el cuerpo de Daji fue expulsado por Jiang Ziya (姜子牙), el primer Primer Ministro de la dinastía Zhou. El Huli Jing fue condenado por la mismísima Nüwa en persona por su extrema crueldad.

Los zorros espíritus eran vistos normalmente como seres peligrosos, pero algunas de las historias en el Liaozhai Zhiyi de Pu Songling son relatos de amor entre un zorro que aparece como una hermosa chica y un joven humano. En la novela de fantasía Los tres Sui sofocan la rebelión de los demonios, un huli jing enseña magia a joven, lo que le permitió conjurar ejércitos con sus hechizos.

Fylgja

Un Fylgja (nórdico antiguo: el que acompaña; plurar: fylgjur) era, de acuerdo a la mitología nórdica, una criatura sobrenatural que acompañaba a una persona. Los fylgjur normalmente aparecían con la forma de un animal cuando la gente dormía, pero las sagas relatan que podían aparecer mientras la persona estuviera despierta. Ver a tu propio flygja era presagio de muerte inminente, sin embargo, cuando aparecen bajo la forma de una mujer desempeñan la función de espíritus guardianes para hombres y clanes (ættir).