Phooka

El phooka, phouka, pooka o púca, es uno de los muchos seres feéricos que habitan en las tierras de Irlanda. Se trata de un espíritu travieso que cambia de apariencia para gastar bromas pesadas a los humanos. Normalmente adopta la forma de animales tales como toros, asnos, cabras o ágilas, aunque su aspecto predilecto es el de un caballo o un pony peludo. De esta guisa se divertía dándoles un viaje salvaje y alocado a sus jinetes hasta que los dejaba tirados en un charco o al fondo de un barranco tras un gran salto. Cuando aparece como un animal, se le puede reconocer por ser de color negro y tener los ojos resplandecientes.

Parece ser el precursor del Puck inglés que utilizó Shakespeare para su obra El sueño de una noche de verano. Mientras, en los condados del norte de Inglaterra cuentan con una criatura similar, el Brag, que se aparecía como ternero, burro o incluso como un hombre desnudo sin cabeza.

Según lo recogido en A treasury of Irish fairy and folk-tales, este espíritu está relacionado con el mes de noviembre. El primer día de este mes es sagrado para los phooka y se muestran cordiales y civilizados, aunque en muchas localidades avisan a sus pequeños de que se abstuvieran de comer moras muy maduras tras las michaelmas, pues los phookas habrían escupido o excretado sobre ellas y no serían seguras.

A veces, el phooka podía mostrarse como un caballo o pony ante un viajero cansado para que éste lo montara voluntariamente, pero en otras ocasiones acechaba agazapado a un lado de los caminos esperando a que pasara alguien distraido; entonces se colaba entre sus piernas y lo montaba sobre su grupa a la fuerza. De esta manera comenzaba una loca carrera sobre pedriscos, entre arbustos, a través del bosque, etc.; todo con tal de magullar y espantar de cualquier manera a su pobre víctima.

En una historia, el protagonista, un granjero llamado Tim Dorney, invadió el terreno en el que vivía un phooka cuando expandió las tierras de su granja, provocando así la ira del espíritu. Al verse destrozado noche tras noche por los trotes que daba encima del phooka, Tim se volvió precavido y comenzó a llevar consigo una vara de avellano, una planta mágica capaz de repeler el mal. Cuando una noche iba distraido y estuvo a punto de montarse en un pony para volver a su granja, escuchó la risita que se le escapaba al phooka de entre los dientes y pudo espantarlo a golpes con su vara. Desgraciadamente, con el paso de los años, el phooka logró vengarse al tirar todos los caballos de Tim por un barranco con las mercancías que llevaba para vender en un mercado.

Taming the phooka - Harold R. Heaton
Cuando el phooka no se entretiene dando paseos a sus víctima, adopta el papel de jinete. En Murroe, un desdichado viajero estaba atravesando un bosque para regresar a casa cuando comenzó a oír un crujir de ramas sobre su cabeza. Cuando miró hacia arriba, consiguió distinguir a la luz de la luna la silueta de un macho cabrío que le iba persiguiendo saltando de árbol en árbol. Totalmente aterrado, siguió su camino pensando que por lo menos le quedaba poco para salir del bosque, pero en cuanto estuvo a punto de dejar los árboles atrás, la cabra saltó sobre sus hombros y lo puso a cuatro patas. Bajo el terrible peso de la criatura, se arrastró hasta alcanzar su hogar, donde lo encontraron en la puerta de su casa totalmente exhausto y enfermo.

El Phooka como espíritu doméstico

Los phooka no siempre se dedicaban a gastar bromas pesadas, a veces también podían ayudar y realizar las tareas domésticas como hacían los brownies y el resto de hobgoblins. Jane Wilde, en su Ancient legends of Ireland, cuenta una de las historias más famosas de estos casos.

Según lo recogido por Wilde, un granjero contaba con un phooka que le ayudaba con sus tareas en el campo. Un día, el hijo de este granjero se estaba ocupando del ganado cuando algo pasó corriendo junto a él. El chico no se preocupó porque sabía que se trataría del phooka que estaba yendo al molino donde se reunían las hadas todas las noches, así que, lleno de valor, le gritó: «¡Phooka! ¡Phooka! ¡Muéstrame cómo eres y te daré mi abrigo para que no pases frío!». Entonces el phooka se transformó en un toro y se dirigió hacia él como un loco. Phadrig, que así se llamaba el muchacho, no se asustó y le lanzó su abrigo. Como cumplió su promesa, el phooka se paró al instante y, totalmente manso, le dijo que acudiera al molino aquella noche si quería tener buena suerte.

Phadrig acudió al molino, pero sólo encontró los sacos de trigo que sus trabajadores habían dejado por moler antes de marcharse a dormir. Pasó el tiempo y nada ocurría, así que acabó durmiéndose, pero al despertar descubrió que todo el trabajo que estaba a medias había sido terminado. Phadrig siguió yendo al molino durante tres noches, pero siempre con el mismo resultado, así que decidió de una vez por todas mantenerse despierto y averiguar qué ocurría. Se ocultó en un baúl que allí había y se puso a observar por el hueco de la ranura. Justo a medianoche, aparecieron seis phookas liderados por uno más viejo que molieron hasta el amanecer todo el trigo que había.

El chico le contó lo que averiguó a su padre y éste decidió despedir a todos sus hombres para que los phooka hicieran todo el trabajo gratis. Con el dinero ahorrado en obreros y con todo lo que se esforzaban los phooka, el granjero acabó reuniendo una gran riqueza. Esto duró hasta que Phadrig sintió lástima por el viejo phooka, que siempre iba con harapos, y le dejó como regalo un abrigo nuevo en el molino. Cuando el phooka lo descubrió y se lo puso, dijo: «¿Esto es para mí? Pero si parezco un caballero, y los caballeros no trabajan. Me iré a ver el mundo con mis nuevas ropas». Desde aquel momento, los phooka ya no volvieron a trabajar en el molino, pero la familia del granjero habían ganado tanto dinero que no tuvieron problemas económicos. Con el tiempo, Phadrig se casó con una buena mujer y, el día de su boda, descubrió en la mesa del banquete una copa de oro con un dulcísimo vino. Al instante supo que era un regalo de su viejo amigo phooka y tanto él como su esposa bebieron de ella sin dudarlo un momento.

Ilustración del libro Hadas - Alan Lee y Brian Froud

3 comentarios :

  1. Vine aqui despues de ver la película "El invisible harvey", en ella es protagonista junto a James Stewart un pooka ;-)
    Muy interesante esta página, la agrego a favoritos. Gracias x la info.

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  2. Llegue aquí por la escritora de romance Lisa Kleypas

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  3. Llegué aquí por "La reina de nada" de Holly Black ¿alguien mas?

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