Hildisvíni

En la mitología nórdica, Hildisvíni (Del nórdico antiguo: jabalí de batalla), según se relata en el poema Hyndluljóð en la Edda poética, era el jabalí de cerdas doradas que cabalgaba la diosa Freyja cuando no utilizaba su carro tirado por gatos. En dicho poema, Frejya buscaba información sobre los ancestros de su protegido Óttar, disfrazado del jabalí Hildisvíni, para que pudiera conseguir su herencia. Al final del poema encuentran a la völva y giganta Hyndla que les da información sobre la genealogía de Óttar.

Frey, el hermano de Frejya, también cabalga sobre un jabalí, Gullinbursti. Entre los antiguos nórdicos, el jabalí era considerado un símbolo de fertilidad, por lo que era una montura muy adecuada para esta pareja de dioses.

Seb McKinnon

Lámpades

Las Lámpades (griego: Λαμπάδες; portadoras de antorcha) son las ninfas ctónicas del inframundo en la mitología griega, conocidas en Roma como ninfas Avernales. Son mencionadas muy escuetamente entre otras ninfas por Alcmán, Ovidio y Estacio.

De ascendencia desconocida, estas ninfas llevaban antorchas y acompañaban a Hécate, diosa titánide de la brujería, en sus viajes nocturnos y en sus encantamientos. Fueron relacionadas con las participantes de los Misterios eleusinos, las cuales también portaban antorchas.

Una de estas ninfas Avernales fue Orfne, a la que Ovidio menciona en sus Metamorfosis diciendo que fue la madre de Ascálafo junto al dios fluvial Aqueronte. Este Ascálafo fue el único que vio a Perséfone comer de la granada que la ligó para siempre al inframundo, por eso fue transformado en búho como castigo.

Belcebú

Belcebú, o Beelzebub (Hebreo: בעל זבוב; Árabe: بعل الذباب‎, Ba‘al adh-Dhubāb), es uno de los muchos nombres del Diablo. En la demonología cristiana aparece como uno de los siete príncipes del Infierno. El Dictionnaire Infernal describe a Belcebú como una mosca demoníaca, conocida también como «El Señor de las moscas».

El nombre de Belcebú aparece en 2 Reyes 1:2-3; 6 y 16. Ba‘al Zəbûb suele ser interpretado como «señor de las moscas» o «señor de la gran morada/morada celestial». Originalmente era el nombre de un dios filisteo. Ba'al, que significaba «Señor» en ugarítico, era usado junto al nombre descriptivo de un dios específico. La Biblia Septuaginta tradujo el nombre como Baalzebub (Griego: βααλζεβούβ) y como Baal muian (Griego: βααλ μυιαν, «Baal de las moscas»).

Ba'al Zebub se utilizaba en hebreo como un juego de palabras con Ba'al Zebul, donde Zebul significaba «de la Gran Morada», y en boca del pueblo se confundió con Zebub, «mosca». Así, a modo de burla, esta deidad pagana pasó de tener el imponente nombre de «Señor de la Gran Morada» a «Señor de las Moscas». Además, se relacionaba a este dios filisteo con cultos relacionados con las moscas, en los que se daban festines con excrementos o se le ofrecía carne que se dejaba pudrir y era infestada por estos insectos.

En el Testamento de Salomón, Beelzebul (que no Beelzebub) aparece como un príncipe de los demonios y decía que era un líder celestial de los ángeles relacionado con la estrella Hespero (el planeta Venus como astro del atardecer). Al parecer, aquí Beelzebú se identifica simplemente como Lucifer. Belcebú afirmaba que pretendía causar destrucción a través de los tiranos, haciendo que los demonios sean adorados entre los hombres, incitando a los sacerdotes a la lujuria y provocando guerras, celos y asesinatos entre ciudades.

Este demonio también aparece en el Nuevo Testamento, siendo mencionado en Marcos 3:22, donde los escribas acusan a Jesús de expulsar demonios con el poder de Belcebú. Su nombre también aparece en la versión extendida de Mateo 12:24,27 y 10:25, y en Lucas 11:15 y 18-19.
«Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios».
Mateo 12:25-28
En el ocultismo y la demonología cristiana este demonio pertenece a la jerarquía más alta del Infierno. Según Johann Weyer, Belcebú lideró una revuelta exitosa contra el Diablo, es el principal lugarteniente de Lucifer, el Emperador del Infierno y preside sobre la Orden de las moscas. De manera similar lo describe el exorcista Sébastien Michaëlis en su Historia Admirable, donde colocaba a Belcebú entre los tres ángeles caídos más prominentes, siendo los otros dos Lucifer y Leviatán, mientras que otros textos del siglo XVIII afirmaban que esta trinidad satánica estaba compuesta por Belcebú, Lucifer y Astaroth. John Milton colocó a Belcebú en la segunda jerarquía, siendo uno de los muchos querubines caídos en el poema épico El paraíso perdido.

Sébastien Michaëlis también asoció a Belcebú con el pecado capital del orgullo, sin embargo, según Peter Binsfeld, era el demonio de la gula. Para el ocultista Francis Barrett, era el príncipe de los falsos dioses.

Ilustración de Collin de Plancy para su Dictionnaire Infernal

Heidrun

Heiðrún, transliterada a veces como Heidrun, Heidhrun, Heithrun, Heidrún, Heithrún o Heidhrún, es una cabra de la mitología nórdica. Se alimenta de las hojas del árbol Læraðr y de sus ubres no mana leche, sino hidromiel con la que alimenta a los einherjar.

Es descrita en La alucinación de Gylfi (Gylfaginning), de la Edda prosaica, donde el rey Gylfi decide poner a prueba los poderes de los aesir y se propone viajar hasta Asgard para encontrarlos. Los dioses, ya que eran videntes, supieron del viaje y de la visita de Gylfi y le provocaron una visión en forma de espejismo. Ante Gylfi apareció una fortaleza reinada por tres personajes que estaban sentados en tres tronos: Alto, Igual de Alto y Tercero. Gylfi se presentó como Gangleri (el cansado de caminar) y el resto del episodio se desarrolla con preguntas sobre el origen del mundo y los dioses. Es aquí cuando Gangleri pregunta sobre lo que comen y beben los guerreros en el Valhalla: «Entonces preguntó Gangleri: —¿Qué tienen los einherjar como bebida que les baste del mismo modo que la comida? ¿O es quizá agua lo que allá se bebe? Entonces respondió El Alto: —Extraña pregunta la que haces ahora, que el Padre Universal tuviera invitados a reyes, jarles y otros grandes hombres, y les diera agua para beber. Seguro que muchos de los que van al Valhalla considerarían entonces haber pagado bien cara esa agua, si no hubiera allá mejor provisión para los que han soportado heridas y sufrimientos mortales. Muy de otra manera es lo que puedo decirte sobre esto. Encima del Valhalla está la cabra que se llama Heidrun, y se alimenta ella con las hojas de un árbol muy famoso que se llama Lerad; de sus ubres mana hidromiel y de él llena la cuba cada día; tanto es que puede saciar a todos los einherjar».

En la Edda Poética se menciona a Heidun dos veces. Es descrita en Los dichos de Grímnir (Grímnismál) de manera similar a los escritos de Snorri:
«Heiðrún heitir geit, er stendr höllo á ok bítr af læraðs limom; skapker fylla hón skal ins skíra miaðar, knáat sú veig vanaz».«La cabra Heidrun, arriba subida, las ramas de Lérad muerde; de claro hidromiel llena ella la cuba, bebida que nunca acaba».
El Canto de Hyndla (Hyndluljóð), la giganta y völva Hyndla (literalmente: Perra/Zorra) utiliza el término Heidrun para insultar a la diosa Freyja: «Deseosa siempre tras Od corriste; muchos te entraron por bajo las faldas. Correteas tú fuera, amiga, de noche como Heidrun hace entre machos cabríos».

Lorenz Frølich

Kodama

Un kodama (Japonés: 木霊 o 木魂; espíritu de árbol) es un espíritu del folclore japonés que vive en los árboles, similar a las dríades de la mitología griega. También se conoce como kodama al árbol donde habita uno de estos espíritus y al eco que se produce en los bosques, ya que éste fenómeno acústico se le atribuye a estos seres, al igual que se cree que el eco de las montañas es producido por el yamabiko.

La forma de ver a los kodama ha cambiado con el paso de los siglos. En el antiguo Japón los kodamas eran considerados dioses del bosque, kami que habitaban ciertos árboles, aunque no estaban intrínsecamente ligados a uno solo de ellos, sino que podían moverse por el bosque libremente. Otros pensaron que estos espíritus estaban ligados a árboles concretos y particulares, a los cuales no se debía dañar o serían maldecidos. Kukunochi no Kami, un dios de los árboles mencionado en el viejo Kojiki, es considerado un kodama.

Para saber qué árboles estaban habitados por un kodama, los monjes y las mikos expertos marcaban los árboles que consideraban sagrados con cintas llamadas shimenawa. Se dice que algunos desafortunados leñadores descubrían tarde que el árbol que estaban talando era un kodama (o que estaba habitado por uno) cuando veían que el corte que habían hecho comenzaba a sangrar como una persona. Aquellos desdichados que herían uno de estos árboles sufriría la ira de estos dioses de la naturaleza y eran maldecidos.

Con el tiempo, a partir de la Período Edo, dejaron de creer en la naturaleza divina de los kodama y fueron comenzaron a considerarse como yōkai. Esto fue debido a historias sobre kodamas que se enamoraron de mortales y adoptaron forma humana para pasar sus días con el ser amado, como las encontradas en el Genji Monogatari.

No hay un consenso acerca del aspecto que tienen los kodamas. En las leyendas más antiguas eran invisibles o indistinguibles del resto de árboles, solo podías conocer su presencia por los ecos fantasmagóricos que producían. Toriyama Sekien, quien sentó las bases sobre la apariencia de muchos seres mitológicos de Japón, los dibujó como hombres y mujeres ancianos ante un árbol en su célebre Gazu Hyakki Yagyō.

En las islas de Izu, en Aogashima, la gente todavía hace santuarios bajo cedros japoneses para honrar a los kodama. En el valle de Mitsune, en Hachijōjima, se lleva a cabo un festival anual que da gracias a kidama-sama o kodama-sama, esperando el perdón de estos seres por la tala de la industria maderera y su bendición en la tala de árboles para la prosperidad de esta. 

En Okinawa se les llaman kinushi, y antes de talar un árbol se les debe orar para cortarlo. Se dice que si en la noche escuchas el sonido de un árbol cayendo, aunque no se haya caído ninguno, sería el llanto de un kinushi, y día más tarde aparecería un árbol marchitado. El kijimuna, un conocido yōkai de Okinawa, también también es considerado a veces como un tipo de kinushi o como la personificación de uno de estos espíritus.

Ilustración de Toriyama Sekien en su Gazu Hyakki Yagyō

Enanos nórdicos

En la mitología nórdica, los elfos negros (nórdico antiguo: svartálfar, singular: svartálfr), también conocidos como myrkálfar, son los seres que habitan en Svartalfheim (nórdico antiguo: Svartálf[a]heimr, hogar de los elfos negros). Tanto los elfos como su reino fueron mencionados por primera vez en la Edda prosaica, escrita en el siglo XIII por Snorri Sturluson. Los svartálfar suelen aparecer como sinónimo de los enanos y de los dökkálfar (elfos oscuros). Como enanos, el hogar de los svartálfar podría haber sido otra descripción de Nidavellir (Niðavellir, campos oscuros), teniendo sus moradas bajo tierra. 

Eran diestros en la forja y la metalurgia, y en la mitología eran los encargados de crear objetos mágicos para los dioses, como el martillo de Thor, el jabalí Gullinbursti de Frey o el anillo de OdínDraupnir. Originalmente eran de estatura normal, pero con el tiempo comenzaron a ser descritos como humanos bajos y feos, posiblemente para distinguirlos como elemento cómico en las obras modernas.

El poema Völuspá, de la Edda poética, detalla que los enanos fueron producto de la sangre primordial de Brimir y de los huesos de Bláinn (diferentes nombres del gigante Ymir): «Todas las fuerzas, los santos dioses, se reunieron entonces en alto consejo: que quién crearía la raza de los enanos con sangre de Brímir y huesos de Blain. Motsógnir fue de la raza de los enanos el más principal, Durin segundo; con figura de hombres enanos hicieron, muchos, de tierra, como Durin dijo». Tras estos versos comienza un listado con nombres de enanos, del cual Tolkien sacó muchos nombres para los personajes de sus obras. La Edda prosaica, sin embargo, dice que los enanos surgieron como gusanos de la carne de Ymir antes de ser dotados de inteligencia humana y aspecto de hombre por los dioses. La Edda poética y la prosaica contienen cerca de cien nombres de enanos, pero sólo la Edda prosaica especifica estos: Norðri, Suðri, Austri y Vestri (Nórdico antiguo: Norte, Sur, Este y Oeste), los cuales tienen un papel cosmológico, pues son los encargados de sostener el cráneo de Ymir (la bóveda celeste).

En La alucinación de Gylfi (Gylfaginning) se mencionan varios lugares que se pueden encontrar en el cielo, incluyendo Álfheimr (nórdico antiguo: hogar de los elfos). Tal y como se menciona en el texto, los ljósálfar (elfos de la luz) viven en Álfheimr, y son «más claros que el sol», mientras que los dökkálfar habitan bajo tierra y son «más negros que el carbón». En este mismo texto aparece más tarde Svartalfheim, el mundo de los elfos negros, donde acuden los dioses para encargarles la creación de la cuerda Gleipnir a los enanos con el fin de encadenar al lobo Fenrir.

En Skáldskaparmál, el mundo de los elfos negros es a donde Loki encuentra el enano Andvari y a los hijos de Ivaldi, a los que Loki encarga la creación de unos cabellos nuevos para Sif, la esposa de Thor, después de que maliciosamente le cortara su dorada cabellera, el barco Skidbladnir para Frey y la lanza Gungnir para Odín. Ivaldi suele ser identificado como un enano.

Teniendo en cuenta que el término svartálfr es un sinónimo para referirse a los enanos de la mitología, podríamos encontrar una descripción de estos seres en la Edda poética, en el poema Los dichos de Alvíss (Alvíssmál) donde se narra cómo Thor se burla de la pálida piel del enano Alvis (Todo sabiduría) que intenta casarse con su hija Þrúðr:
«¿Quién eres tú, el de pálida jeta?
¿Pasaste la noche entre muertos?
Aspecto de jotun te encuentro yo
¡No es para ti esta novia!
Los insultos de Thor resumen la apariencia de los enanos nórdicos. En particular este enano tenía una nariz pálida, que sobresalía entre su barba y sus cabellos negros. Tan pálida era su piel que no parecía saludable y Thor lo acusa de parecer un cadáver al decirle que pasa tiempo con los muertos. Al parecer, la luz solar es letal para los enanos, ya que Alvíss sólo visita a Thor durante la noche. Además, en el poema, el dios se encarga de prolongar un juego de adivinanzas que pretenden probar la sabiduría del enano, pero en realidad sirve para distraerlo hasta que la luz del amanecer aparezca y lo convierta en piedra, algo similar a lo que les ocurre a los trols.

Ilustración de dos enanos para el poema Völuspá - Lorenz Frølich

Hihi

El hihi (japonés: 狒々; ひひ) es una criatura del folclore japonés, tiene el aspecto de un gran simio salvaje y vive en las profundidades de las montañas. Tiene el pelo largo y negro y una boca ancha con grandes labios. Las antiguas leyendas dicen que cualquier mono que alcance cierta longevidad se transformará en un hihi. Su origen proviene de la antigua China, donde se creía que era un mono sobrenatural, y llegó a Japón a través de folcloristas. Actualmente en Japón se emplea el término hihi para referirse a los babuinos.

El hihi puede correr muy rápido y se alimenta principalmente de animales salvajes, como jabalíes, abalanzándose sobre ellos como un ave de presa y apaleándolos. Esta criatura recibe su nombre del sonido que produce al reírse. Cuando ve a un humano no puede evitar reírse a carcajadas, soltando un fuerte «¡Hihihihi!». Al reír, sus grandes labios se retraen y cubren totalmente sus ojos.

Aunque suelan alimentarse de animales silvestres también cazan humanos si tienen la oportunidad. Son conocidos por secuestrar humanos, sobretodo mujeres. Si un hihi atrapa a un humano sólo hay una manera de escapar: haciéndole reír. Cuando se ría se cegará con sus propios labios, lo que daría una oportunidad a la víctima de golpearle en la frente con algún objeto contundente y escapar.

A veces los hihi son confundidos con otros yokai de aspecto simiesco que habitan en las montañas, como los yamawaro o los satori. A diferencia de estos, los hihi son mucho más grandes, violentos y peligrosos. Algunas historias dicen que, al igual que los satori, tienen la habilidad de hablar con los humanos y leer el corazón y los pensamientos de los hombres. Los hihi son muy valorados por su sangre, la cual es de un vivo y brillante color rojo. Si se utiliza como tinte, el vivo color rojo nunca se desvanecerá. Si un hombre bebe esta sangre obtendrá la habilidad de ver espíritus y demonios.

Matthew Meyer

Yamawaro

El yamawarawa, o yamawaro (japonés: 山童; niño de montaña), también conocido como seko, es la forma que adoptan los kappa cuando llega el frío y dejan los ríos para habitar en las montañas. En este estado, siguen siendo menudos como niños, pero su cuerpo se llena de pelo y sólo tienen un ojo en medio de la frente como los cíclopes. Conocen el idioma humano; imitan sonidos, como herramientas, animales, desprendimientos de rocas, etc; y se dice que cantan muy bien.

La leyenda de los yamawaro es común en la región de Kyushu, donde ayudan a los hombres con sus trabajos en la montaña. Como son yokai, su percepción de las normas humanas es inexistente y siguen las suyas propias, por lo que, cuando ayudan a alguien a cargar troncos, hay que depositarlos a la cuenta de dos en lugar de a la de tres, como se haría normalmente. Eso sí, hay que pagarles por sus servicios dándoles bolas de arroz, trigo tostado o sake del que se ofrece a las divinidades o se enfurecerán, pero siempre la cantidad acordada y después de que hayan realizado el trabajo, pues podrían tomar la comida y salir corriendo. Al igual que los hyosube, sus parientes más cercanos, se cuelan por la noche en las bañeras de los humanos y las dejan llenas de pelo.

Cuando llega la primavera, descienden de las montañas hacia los ríos para volver a convertirse en kappa, pero cuentan que aquellos que los ven cambiar de forma mueren por una terrible enfermedad. Si alguien ha construido su casa en la ruta que siguen estos yokai en sus migraciones, deberán dejar todas las puertas abiertas para que puedan pasar o la atravesarán agujereándola. Por suerte, como odian las cabezas de sardinas, bastaría con ofrecerselas para que se mantengan alejados.

Ilustración del Gazu Hyakki Yagyō - Toriyama Sekien

Onikuma

El onikuma (japonés: 鬼熊; palabra compuesta por Oni, ogro/demonio, y kuma, oso) es un yōkai de la mitología japonesa. Este ser sobrenatural es proveniente de la provincia de Kiso (actual Prefectura de Nagano) y es conocido gracias a las descripciones que aparece en el Ehon Hyaku Monogatari. Como otros muchos animales con poderes mágicos, el onikuma es un oso que ha vivido lo suficiente como para convertirse en un yōkai.

Este oso no tiene ningún poder sobrenatural salvo que siempre anda erguido sobre sus patas traseras y posee una fuerza excepcional. Las leyendas dicen que un onikuma puede mover rocas que ni siquiera diez hombres podrían empujar, por lo que se le atribuyen a este ser la presencia de ciertas rocas en la prefectura de Nagano, ya que son demasiado grandes para que hayan acabado allí por obra humana.

La comida favorita de estos osos son los caballos, por lo que a veces se cuelan por la noche en las aldeas y se llevan a cuestas a uno de estos animales cargándolo de las patas delanteras. Una leyenda cuenta que un grupo de aldeanos intentaron cazar a un onikuma. Estaban hartos de que se llevara a sus caballos y siguieron el rastro del oso hasta su cueva. Allí tallaron enormes lanzas y colocaron carne fresca en la entrada de su guarida. Cuando salió atraído por el olor, lo mataron con las lanzas y se llevaron el cadáver al pueblo, donde lo desollaron. Según cuentan, su piel era tan grande que era capaz de cubrir el suelo de una habitación entera.

Shigeru Mizuki

Satori

Satori (japonés: 覚; Conciencia) es un yōkai del folclore japonés que vive dentro de las montañas de Hida y Mino (Prefectura de Gifu), y es capaz de leer la mente de las personas.

Estos yōkai son una especie de simios humanoides, más o menos del tamaño de un hombre y similares a los monos nativos de la región pero de mayor tamaño. En el Konjaku Gazu Zoku Hyakki de Toriyama Sekien se describe por primera vez a un satori, pero esta criatura sobrenatural parece provenir del yamako (玃) de las leyendas chinas que aparece en el Wakan Sansai Zue. También se le relaciona con el yamabiko, un pequeño yōkai con aspecto de mono, capaz de imitar el lenguaje humano.

Se dice que puedes encontrarte a este espíritu cuando te adentras en las montañas, ya sea recorriendo los senderos o descansando a un lado del camino. Si tienen la oportunidad intentarán cazar y comerse todo aquello que tengan a su alcance, y si se topan con una solitaria mujer por las montañas se la llevarían y la violarían. Al encontrarse con los humanos leen sus mentes y comienzan a gritar sus pensamientos mucho más rápido de lo que podría hacer cualquier hombre. Esta habilidad telepática hace que sea muy difícil cazarlos, engañarlos o huir de ellos, pero si un objeto los golpea inesperadamente huirían aterrorizados al no ver venir dicha acción. También se dice que para evitar que un satori te devore hay que dejar la mente totalmente en blanco, sin pensamientos que leer, el satori se aburrirá y se irá. Otras creencias dicen que los satori no son peligrosos para los humanos, y tolerarán a los que trabajen en la montaña para convivir pacíficamente.

Derrick Dent

Azazel

Azazel, también conocido como Azazael (Hebreo: עֲזָאזֵל, Azazel; Árabe: عزازيل , Azāzīl), es un demonio asociado al rito del chivo expiatorio según la Biblia. En algunas tradiciones del judaismo y el cristianismo es uno de los ángeles caídos o Grigori.

El nombre de Azazel aparece en la Biblia tres veces en Levítico 16, donde dos machos cabríos iban a ser sacrificados.  Uno era elegido por cleromancia como ofrenda para Yahveh, ya que así se creía que se manifestaba la voluntad de Dios. La siguiente palabra que aparecía era לַעֲזָאזֵל (la-aza'zeyl), que puede ser leída como «expiación» o «para Azazel». La cabra que no era sacrificada a Dios era enviada al desierto como parte del rito del Día de la Expiación.
«Para el perdón de su propio pecado, y por el pecado de su familia, Aarón me presentará un ternero. Por el pecado de los israelitas, me presentará dos chivos y un carnero, que los israelitas mismos le entregarán.
Quemará el carnero en mi honor. Luego le indicaré cuál de los chivos me ofrecerá, y cuál enviará al demonio Azazel, que habita en el desierto. El chivo que me ofrezca a mí, me lo presentará a la entrada del santuario, como ofrenda para el perdón de pecados. El chivo para Azazel lo dejará con vida y lo mandará al desierto».
Levítico 16:5-10
De acuerdo con el Libro de Enoc, Azazel está relacionado con la historia bíblica de la caída de los ángeles, localizada en el Monte Hermón, lugar de reunión de los demonios en la antigüedad. Azazel es representado en estos textos como uno de los líderes de los Grigori en tiempos antediluvianos. Él enseñó a los hombres el arte de la guerra, la forja de espadas, cuchillos, escudos y cotas de malla, y a las mujeres les enseñó el arte del engaño mediante la cosmética, enseñándoles a teñirse el pelo y a maquillarse. Además reveló a los humanos los secretos de la brujería y corrompió sus costumbres y modales, trayendo así maldad e impureza a los hombres. Sus actos duraron hasta que, por orden de Yahveh, fue atado de pies y manos por el arcángel Rafael y encadenado a las ásperas y afiladas rocas de Dudael, donde permanecerá en completa oscuridad hasta el día del Juicio, cuando será lanzado al fuego para ser consumido por siempre.

En el Apocalipsis de Abraham, un texto pseudoepigráfico, Azazel aparece como un ave impura que descendió para arrebatar el sacrificio que tenía preparado Abraham (Génesis 15:11):
«Y el ave inmunda me habló y me dijo: "¿Qué estás haciendo, Abraham, en las sagradas alturas, donde nadie come o bebe, ni hay alimentos para los hombres? Sin embargo todos éstos serán consumidos por el fuego y ascenderán a las alturas, ellos te destruirán".
Y cuando vi al pájaro hablante le dije al ángel: "¿Qué es esto, señor mío?" Y él dijo: "¡Esta es la desgracia! ¡Este es Azazel!" Y le dijo: "¡Avergüénzate, Azazel! Porque la parte de Abraham está en el cielo y la tuya está en la tierra, ya que así lo escogiste al enamorarte de la morada que mancillaste. Por lo tanto, el Soberano Eterno, el Poderoso, te ha dado una morada en la tierra. A través de ti mintió el espíritu de todo mal, y a través de ti llegó la ira y los juicios sobre las generaciones de los hombres que viven impíamente"».
El texto también relaciona a Azazel con la serpiente y el infierno. En el capítulo 23, verso 7, es descrito con siete cabezas, catorce caras, «pies y manos de hombre y con seis alas a la izquierda y seis alas a la derecha de su espalda». Abraham añadió que los impíos «se pudrirán en el vientre del astuto gusano Azazel, y serán abrasados por el fuego de su lengua» (Abr. 31: 5), y en párrafos anteriores le dice al mismo Azazel: «¡Quizás seas la tea del horno de la tierra! Ve, Azazel, a las zonas inexploradas de la tierra. Por tu herencia está llena de los que están contigo» (Abr. 14: 5-6). Aquí aparece la idea de que la herencia de Dios (el mundo creado) está en gran parte bajo el dominio del mal, es decir, «compartida con Azazel» (Abr. 20: 5), siendo identificado con Satanás, quien fue llamado «príncipe de este mundo» por Jesús (Juan 12:31).

Ilustración de Azazel en el Diccionario infernal de Collin de Plancy

Kerakera onna

Kerakera onna (japonés: 倩兮女; mujer que cacarea) es un yokai del folclore japonés. Este espíritu aparece en los barrios rojos de Japón emitiendo una risa parecida a un cacareo, de ahí su nombre. Es descrito como una gigantesca mujer de mediana edad vestida con un colorido kimono, típico de los burdeles, y mal maquillada. Acechan en callejones y caminos no transitados, bailando, riendo y burlándose de la profesión que las llevó a la muerte. Rara vez aparecen fuera del barrio rojo donde murieron.

Cuando un hombre pasa por una solitaria calle o un callejón embrujado por una Kerakera-onna, ésta suelta una horrible y estridente carcajada que sólo él puede oír. Cualquiera que tenga el corazón débil podría morir de un infarto por el susto, pero los que pueden resistirlo y huyen se dan cuenta de que no pueden librarse de esa risa, que resuena como un eco en sus cabezas. Estos hombres acaban volviéndose locos por escuchar esa carcajada incesante.

Durante el período Edo, el promedio de vida de una prostituta era sólo de 23 años, ya que las condiciones de una vida así eran demasiado difíciles de soportar para la mayoría de chicas. Trabajaban muchas horas, cobraban poco y el abuso sexual era algo común, tanto por parte de los clientes como de los proxenetas. Muy pocas de estas mujeres llegaban a la mediana edad, pero cuando lo hacían, como la mayoría de cosas que alcanzaban cierta longevidad en Japón, reunían una gran energía. Cuando una prostituta moría después de servir en un mundo tan doloroso durante tanto tiempo, su fantasma no podía pasar fácilmente a la siguiente vida, por lo que se convertían en  una Kerakera onna.

ShotaKotake

Arimaspos

Los arimaspos, también conocidos como árimos, eran una tribu de hombres de un solo ojo según los relatos de antiguos historiadores griegos. Estaban en guerra con los grifos por el oro que éstos custodiaba. Vivían al norte de Escitia, al pie de los montes Rifeos (posibles Cárpatos) según Plinio el Viejo, siendo vecinos de los isedones y los hiperbóreos. A parte de poseer un solo ojo, Calímaco dice que los habitantes de este pueblo son todos rubios en su Himno a Delos: «Las primeras en llevarte las primicias desde el país de los rubios Arimaspos fueron Upis, y Loxo, y la feliz Hecaerge, hijas de Bóreas, y también unos varones, lo más granado de la juventud Hiperbórea».

Los textos de Homero y Hesíodo dejan ver que los monstruos Tifón y Equidna tenían su guarida en las recónditas tierras de los arimaspos:
«Iban como si toda la tierra fuera pasto del fuego. El suelo gemía como por obra de Zeus, que se deleita con el rayo, cuando airado fustiga la tierra a ambos lados de Tifeo entre los árimos, donde dicen que está el cubil de Tifeo».
Ilíada, canto II. Homero.
«Y fue retenida en el país de los Arimos, bajo la tierra, la funesta Equidna ninfa inmortal y exenta de vejez, por todos los siglos. Con ella cuentan que el terrible, violento y malvado Tifón tuvo contacto amoroso, con la joven de vivos ojos».
Heródoto habla de los arimaspos en los libros III y IV de su Historias, relatando sus peleas con los grifos por el oro y sus enfrentamientos con su vecinos, la etimología del nombre de este pueblo y la historia narrada por Aristeas de Proconeso en su obra Arimaspea, donde cuenta que llegó a sus tierras con cierto grado de embriaguez (poseído por Febo): 
«Asimismo, es indudable que en el norte de Europa es donde hay una mayor abundancia de oro. Ahora bien, tampoco puedo precisar a ciencia cierta cómo se consigue, únicamente que, según cuentan, los arimaspos, unos individuos que sólo tienen un ojo, se apoderan de él, robándoselo a los grifos. Sin embargo, tampoco me creo eso de que haya hombres con un solo ojo que tengan el resto del cuerpo igual al de los demás seres humanos [...] Por su parte, Aristeas de Proconeso, hijo de Caistrobio, cuenta en un poema épico que, víctima de la posesión de Febo (borracho), llegó hasta los isedones; que más allá de los isedones habitan los arimaspos, unos individuos que sólo tienen un ojo; que más allá de estos últimos se encuentran los grifos, los guardianes del oro; y al norte de ellos los hiperbóreos que se extienden hasta un mar. Pues bien, a excepción de los hiperbóreos, todos estos pueblos, empezando por los arimaspos, atacan constantemente a sus vecinos: así, los isedones fueron expulsados de su país por los arimaspos, los escitas por los isedones y los cimerios, que habitaban a orillas del mar del sur, abandonaron su país forzados por los escitas [...] Son los isedones quienes hablan de la existencia de los hombres que sólo tienen un ojo y de los grifos que guardan el oro. Los escitas, por su parte, repiten lo que les han oído contar a ellos y, en general, nosotros nos atenemos al testimonio de los escitas y los denominamos arimaspos utilizando una palabra escita; pues, en dicho idioma, arima significa "uno", y spu, "ojo"».
Pausanias sigue tratando el famoso enfrentamiento de grifos y arimaspos en el libro 1 de Descripción de Grecia, añadiendo también que este pueblo participaba en la mensajería entre Grecia y los hiperbóreos, pues estos últimos enviaban presentes a los templos de Apolo desde sus remotas tierras hasta Prasias:
«Estos grifos dice Aristeas de Proconeso en sus versos que lucharon por el oro con los arimaspos de más allá de los isedones; y que el oro que guardan los grifos nace de la tierra. Los arimaspos son todos hombres de un solo ojo desde su nacimiento, y los grifos unos animales parecidos a leones con alas y pico de águila [...] En Prasias hay un templo de Apolo. Allí se dice que llegaron las primicias de los hiperbóreos y que los hiperbóreos las entregaron a los arimaspos, los arimaspos a los isedones, y de éstos los escitas los llevaron a Sínope, y de allí fueron llevados a través de los griegos a Prasias, y los atenienses son los que los llevaron a Delos —las primicias fueron escondidas en paja de trigo, y nadie llegó a conocerlas—».
Sólo en la obra Prometeo encadenado de Esquilo se menciona que los arimaspos van a caballo, animal con el que están terriblemente enemistados los grifos: «Escucha otro terrible espectáculo: guárdate de los grifos, perros de Zeus no ladradores y de afilado hocico, y del ejército de los arimaspos, que tienen un solo ojo y van a caballo, que habitan junto al curso del río Plutón, de aurífera corriente. No te acerques a ellos».

Ilustración de un arimaspo en Las crónicas de Núremberg

Saltador de agua

El Saltador de agua, también conocido como Llamhigyn Y Dwr en galés, es una criatura del folclore de Gales que vivía en pantanos y charcas. Es descrito como una rana gigantesca con las alas de un murciélago en vez de patas delanteras, sin piernas traseras, y una cola larga, parecida a la de un lagarto con un aguijón al final. Salta a través del agua usando sus alas, de ahí su nombre. Era el culpable de romper el hilo de las cañas de pesca para comerse los peces capturados o incluso a los propios pescadores.

Ilustración de Alan Lee

Tarandro

El tarandro, o tarando (griego: τάρανδ(ρ)ος), también conocido como parandro, es un animal fabuloso similar a un ciervo o un reno. Es del tamaño de un buey, tiene la cabeza y las astas de un ciervo y el pelaje espeso como el de un oso, aunque más largo, el cual puede cambiar de color para camuflarse con el entorno. Esta bestia era conocida por varios naturalistas y escritores antiguos como Plinio el Viejo, Solino o Claudio Eliano, aunque estos no coincidían con el hábitat del animal, situándolo unos en Etiopía y otros en Escitia:
Cambia también de color el tarandro de los escitas y ninguno otro de los que están cubiertos de pelo, excepto el licaón en la India, del que se cuenta que tiene el cuello con crin [...] El tarandro tiene el tamaño del buey, su cabeza es mayor que la del ciervo pero no diferente, sus cuernos están ramificados, sus pezuñas partidas en dos, su pelo tiene la longitud del de los osos, pero, cuando le corresponde tener su propio color, es semejante al del asno. Su piel es tan dura que de ella se hacen las corazas. Remeda el color de todos los árboles, arbustos, flores y lugares en los que se esconde por miedo y, por ello, se le caza raras veces. Sería ya extraordinario que el aspecto de su cuerpo fuese tan variado, pero lo es más que lo sea su pelaje.
Etiopía produce también el parandro que tiene la corpulencia del buey, la pezuña hendida, la cornamenta ramificada, la cabeza de ciervo, el color del oso y el pelo igual de tupido. Se asegura que este parandro cambia su aspecto externo a causa del miedo y que cuando se esconde se hace semejante a todo aquello a lo que se ha arrimado, ya sea el blanco propio de las peñas, ya el verde de los arbustos, ya adopte cualquier otro color. Es lo mismo que hacen los pulpos en el mar, los camaleones en tierra: aunque ni el pulpo ni el camaleón tienen pelo, de suerte que están mejor dispuestos, por la finura de su piel, para imitar cuanto les rodea: lo novedoso y excepcional en este caso es que la tosquedad de los pelos adquiera el aspecto de los colores. De aquí resulta que difícilmente puede ser capturado.
El animal llamado tarando transforma su cabello y todo su cuerpo y puede asumir infinita variedad de colores como para causar asombro en el espectador. Y hay uno de Escitia que, por el aspecto de su piel y por su tamaño, se parece a un toro. Los escitas, que con la piel de este animal recubren sus escudos, creen que es eficaz contra las lanzas.
Ilustración del bestiario medieval Royal MS12 C XIX

Impundulu

El impundulu, también conocido como thekwane, izulu, inyoni yezulu o pájaro del rayo, es una criatura mitológica del folclore de las tribus del sur de África, incluyendo los pondo, los zulúes y los xhosa. El impundulu toma la forma de un pájaro blanco y negro del tamaño de una persona y se dice que es capaz de invocar rayos y truenos con sus alas y garras. Es una criatura vampírica asociada con la brujería, siendo el siervo o espíritu familiar de una bruja o un hechicero. Atacan y acosan a los enemigos de sus amos y tienen una sed insaciable de sangre. A veces pueden adoptar el aspecto de un hermoso joven para seducir a los mujeres.

Entre algunas tribus africanas se cree que el avemartillo es este pájaro del rayo, en cambio, otros creen que el Impundulu sólo se manifiesta a través de un rayo, excepto con las mujeres, ante las que se revela como un pájaro de diferentes formas. Una aldeana lo describió como un gallo negro que se abalanzó sobre ella y la arañó antes de salir volando hacia las nubes. En otros casos se le describe con plumas iridiscentes, como las del pavo real, o con el pico, la cola y las patas de un rojo ardiente. La mayoría de estos supuestos avistamientos lo describen como una criatura alada del tamaño de un hombre, y que podía transformarse en humano cuando lo necesitaba.

Los mitos dicen que la grasa de este ave es de gran importancia, ya sea como el combustible que usa para prender fuego al golpear como un rayo o como un preciado ingrediente en la medicina tradicional. También se cree que sólo se puede conseguir esta grasa capturando al impundulu justo en el momento en el que cae al suelo en forma de rayo. Este ave es inmortal, sobrevive a sus amos y pasan a ser herencia de los hijos de la bruja o hechicero. Es el confidente de las brujas, y se le suele ver montado sobre una hiena, pues esta es la forma que suelen adoptar las brujas cuando se transforman. Es totalmente inmune a disparos, puñaladas y venenos, además de que no puede morir ahogado. Lo único que podía destruir al impundulu era el fuego.

Damie-m

Bonnacon

Según los bestiarios medievales, el bonnacon, también conocido como bonacon o bonasus, era una bestia mítica que habitaba en la región de Macedonia. Era similar a un toro y tenía los cuernos curvados y mirando el uno hacia el otro, por lo que eran inútiles para defenderse o atacar, aunque no era inconveniente para esta criatura ya que disponía de otro arma. Cuando el bonnacon se sentía amenazado expulsaba sus excrementos a gran distancia (alcanzando los dos acres) y quemaba cualquier cosa que tocara. Posiblemente tuviera su origen en el bisonte europeo.

En Historia Natural de Plinio el Viejo se describía a esta criatura de la siguiente manera:
«El bonasus se encuentra en Peonia. Tiene el nombre de un caballo pero sin embargo recuerda a un toro. Tiene cuernos curvados que se miran entre sí por lo que son inútiles para la lucha; cuando le atacan huye mientras deja un rastro de excrementos que pueden cubrir tres estadios. El contacto con sus heces quema a los perseguidores como si hubieran tocado fuego».

Leanan síth

Según el folclore celta, las Leanan sídhe (Galés: Leanan sídhe; inglés: leannán sí; manés: lhiannan shee; Amante de los túmulos) son hermosas hadas pertenecientes a la raza de los Aos Sí («gentes de los túmulos») que toman a los humanos como amantes. Los humanos escogidos por estas hadas tienen vidas cortas pero llenas de inspiración. Estas hadas aparecen en historias tales como The Fairy Follower de Katharine Mary BriggsOisin in the Land of YouthThe Dream of Angus de Lady Gregory y en el poema Fuadach («Secuestro») de Nuala ní Dhomhnaill.

Por lo general son descritas como hermosas musas que ofrecen inspiración a un artista a cambio de su amor y devoción, aunque estas relaciones suelen llevar al artista a la locura o a una muerte prematura. W.B. Yeats popularizó una perspectiva ligeramente diferente sobre estos espíritus con énfasis en sus tendencias vampíricas:
«Las Leanhaun Shee buscan el amor de los mortales. Si estos las rechazan deben convertirse en sus esclavas, pero si consienten la relación pasan a ser de su posesión y sólo pueden escapar si encuentran a otro que tome su lugar. El hada vive de su vida, y la va consumiendo. La muerte no es una forma de escapar de ella. Es la musa gaélica, ya que ofrece inspiración a aquellos que persigue. Los poetas gaélicos mueren jóvenes, pues ella es impaciente y este ente malévolo no los dejará permanecer mucho sobre la tierra».

La belle dame sans merci - John William Waterhouse

Baobhan síth

Una baobhan síth (Pronunciación: baa'-van shee) es un tipo de hada chupasangre del folclore escocés, similar a las banshee o las leanan sídhe. También conocidas como «las Mujeres Blancas de las Tierras Altas de Escocia», son bellas seductoras que acechan a los jóvenes viajeros por la noche.

Tienen el aspecto de mujeres de sobrenatural belleza, llevando un vestido verde o blanco. Al igual que las hadas,las baobhan sith usaban su encantadora apariencia para atraer a los viajeros incautos hacia áreas aisladas de la campiña. Invitaban a los hombres a bailar con ellas antes de atacarles, aprovechando que bajaban la guardia para clavarles en el cuello sus afiladas garras. Estas hadas succionaban la sangre de sus víctimas a través de estas heridas, y según las versiones más antiguas, tomaban su energía vital o su potencia sexual. Como muchos vampiros, no toleraban la luz del día, y debían regresar a sus tumbas antes de que saliera el sol. En las versiones medievales de este mito se dice que con sus largos vestidos intentaban ocultar las pezuñas que tenían en lugar de pies, algo similar a las Glaistig. También se decía que tienen un inexplicable miedo a los caballos.

Zahhak

Zahhāk, también conocido como Zahāk o Zohhāk (Pronunciación: [zæhɒːk]; Persa: ضحاک‎‎/ذهاک), es un malvado personaje de la mitología persa, que en el folclore del antiguo Irán y en los textos del Avesta era conocido como Aži Dahāka (Azh dahak). En persa medio es conocido como Dahāg o Bēvar-Asp («el que tiene 10000 caballos»). En el zoroastrismo, Zahak, bajo el nombre de Aži Dahāka, es considerado el hijo de Angra Mainyu, el enemigo de Ahura Mazda

Aži (cuyo nominativo es ažiš) es el nombre iraní avéstico para referirse a una «serpiente monstruosa» o a un «dragón». En la mitología persa, Dahāka se trata como un nombre propio, y es el origen de Ḍaḥḥāk (Zahhāk) del Shāhnāme. El nombre Dahāg (Dahāka) se puede interpretar en el sentido de «tener diez pecados. Su madre es Wadag (o Ōdag), descrita como una gran pecadora que cometió incesto con su hijo.

El Aži Dahāka es el más importante y conocido de los aži (serpientes/dragones) del Avesta, los textos más antiguos del zoroastrismo. Se describe como un monstruo con tres bocas, seis ojos y tres cabezas (presumiblemente tres cabezas con una boca y dos ojos cada una), astuto, fuerte y demoníaco. Aunque, en otros aspectos, Aži Dahāka tiene cualidades humanas y no es un mero animal. En un texto zoroástrico posavéstico, el Dēnkard, Aži Dahāka está dotado con todos los pecados, al contrario del buen rey Jamshid.

En el Avesta, se dice que Aži Dahāka vivía en la inaccesible fortaleza de Kuuirinta, en la tierra de Baβri (posiblemente Babilonia), donde adoraba a los yazatas Arədvī Sūrā (Anāhitā), divinidad de los ríos, y Vayu, divinidad de los vendavales. Aži Dahāka les pidió a estos dos yazatas el poder de despoblar el mundo, pero al ser representantes del Bien se negaron. También se dice que tenía un hermano llamado Spitiyura, juntos atacaron al rey Jamshid y le cortaron por la mitad con una sierra, convirtiéndose en rey y tomando a las hijas de Jamshid, Arnavāz y Shahrnavāz, como esclavas. Finalmente fueron derrotados por el yazata Ātar, el espíritu divino del fuego. Un texto zoroástrico tardío, el Mēnog ī xrad, dice que este hecho fue bueno, ya que si Dahāg no se hubiera convertido en rey, la tierra hubiese sido gobernada por el demonio inmortal Xešm (Aēšma), y el mal habría reinado en la tierra hasta el fin del mundo. Se dice que Dahāg gobernó durante mil años, empezando 100 años después de que Jamshid perdiera su xvarənah, su gloria real. Es descrito como un hechicero que gobernó con la ayuda de los demonios, los daevas (divs).

El Avesta, por el contrario, identifica a la persona que derrotó a Aži Dahāka como Θraētaona, hijo de Aθβiya, conocido como Frēdōn (Fereydun) en persa medio, dándose más detalles de su hazaña en el Dēnkard. Se dice que Frēdōn fue dotado con el fulgor divino de los reyes (xvarənah) desde el nacimiento, y fue capaz de vencer a Dahāg a los nueve años de edad, hiriéndole en el hombro, el corazón y el cráneo con una maza hecha con la cabeza de un buey y haciéndole tres heridas con una espada. Sin embargo, cuando lo hizo, surgieron toda clase de alimañas (serpientes, insectos y otros seres) de las heridas, por lo que el dios Ormazd le dijo que no a matara a Dahāg para evitar que el mundo fuera infestado con estas criaturas. En lugar de ello, Frēdōn encadenó a Dahāg y lo encarceló en el mítico monte Damāvand (la montaña más alta de la cadena Alborz) cubriéndolo con la piel de un león unida a unos grandes clavos fijados en las paredes de la caverna, donde permanecerá hasta el fin del mundo. Una profecía dice que cuando llegue el fin del mundo, Aži Dahāka romperá sus cadenas y devastará el mundo devorando uno de cada tres humanos y ganado. Kirsāsp, el antiguo héroe que había dado muerte al Az ī Srūwar, regresará a la vida para acabar con Dahāg.


En el poema épico de Ferdousí, Shāhnāma, escrito en el 1000 d.C., se vuelve a contar la leyenda de Dahāg, donde se le da el nombre de Zahhāk. Según Ferdousí, Zahhāk (transliteración árabe:  ازدهاق; Ḍaḥḥāk) fue el hijo de un gobernante árabe llamado Merdās. Debido a su origen árabe, a veces se le llama Zahhāk-e Tāzi (Zahhāk el árabe). Era apuesto e inteligente, pero no tenía estabilidad de carácter y era fácil de influenciar por malos asesores. Por eso Ahriman lo escogió como instrumento para sus planes de dominación mundial.

Cuando Zahhāk era joven, Ahriman se presentó ante él con mucha labia, como un compañero halagador, y poco a poco lo convenció para que matase a su propio padre y se hiciera cargo de sus territorios. Le dijo que cavara una profunda fosa en algún lugar que Merdās visitase con frecuencia  y la cubriese con hojas. Merdās cayó en la trampa y fue asesinado. Así Zahhāk se convirtió en parricida y rey al mismo tiempo. Luego Ahriman adoptó otro disfraz y se presentó ante Zahhāk como un maravilloso cocinero. Después ganarse sus favores con suculentos platos, Zahhāk estaba dispuesto a darle a Ahriman todo lo que quisiera. Sólo pidió besarle los hombros a Zahhāk, cosa que éste permitió, pero Ahriman desapareció al instante cuando tocó con sus labios los hombros del nuevo rey. En ese momento surgieron dos serpientes negras de los hombros de Zahhāk, las cuales no podían extirparse, pues tan pronto se cortaba una, otra ocupaba su lugar.

Entonces Ahriman se presentó ante Zahhāk como un experto médico, y le aconsejó que el único remedio era dejar que las serpientes permanecieran sobre sus hombros, y que debería satisfacer su hambre con cerebros humanos todos los días, de lo contrario las serpientes se alimentarían del suyo propio. Estas serpientes podrían representar el ansia de muerte y el sadismo de Zahhāk, y que al no satisfacer estos deseos le atormentarían. Por esto, cuando fue derrotado por Frēdōn, no se le ocurrió mejor castigo que encerrarlo en una cueva, donde las serpientes, al no tener alimento, le atacarían. Durante su reinado, los espías de Zahhāk capturaban dos hombres todos los días y los ejecutaban para que sus cerebros sirvieran de alimento a las serpientes. Dos hombres, llamados Armayel y Garmayel, querían encontrar la manera de evitar tantos sacrificios para las serpientes, por lo que aprendieron a cocinar para elaborar deliciosos platos. Fueron al palacio de Zahhāk y lograron convertirse en los chefs del palacio. A partir de ese momento salvaban a uno de los dos hombres que eran capturados, usando el cerebro de una oveja como engaño. Aquellos que evitaban la muerte debían huir y exiliarse en las montañas.

Esta historia es la manera de Ferdousí de conciliar las descripciones de Dahāg como un dragón monstruoso de tres cabezas y las historias que le tratan como un rey humano. Según Ferdousí, Zahhāk es originariamente humano, pero mediante la magia de Ahriman se convierte en un monstruo. De hecho, tiene tres cabezas, las dos cabezas de serpiente y una cabeza humana, y las serpientes nos recuerdan su caracterización original como dragón.