Fenrir

En la mitología nórdica, Fenrir (nórdico antiguo: morador de los humedales; Fenrisúlfr: lobo Fenrir; Hróðvitnir: el famoso lobo; Vánagandr: monstruo del río Ván) es un lobo monstruoso, uno de los hijos que nacieron de la unión del dios Loki y la jotun Angrboda. Sus hermanos son la diosa de la muerte Hel y la serpiente gigante Jörmungandr.

La presencia de Fenrir se atestigua en la Edda poética compilada en el siglo XIII antes de las fuentes tradicionales y de la Edda prosaica y de Heimskringla, escrita en el siglo XIII por Snorri Sturluson. Tanto en la Edda prosaica como en la Edda poética, Fenrir es el padre de los lobos Sköll y Hati y será el encargado de matar al dios Odín durante los eventos del Ragnarök, pero será asesinado por el hijo de Odín, Víðarr.

Al principio sólo era un cachorro, fue criado entre los dioses, pero sólo Tyr era lo suficientemente valiente como para alimentarlo. Fenrir crecía descontrolablemente y, puesto que la völva les profetizó que el lobo se convertiría en una horrible calamidad, intentaron encadenarlo. Dos veces fallaron los dioses en su intento por apresarlo: primero con la cadena de hierro Leding y después con la cadena Droma, el doble de fuerte que la anterior. Fenrir se dejó encadenar ambas veces y se liberó de sus ataduras con extrema facilidad.

Tyr y Fenrir - John Bauer
Los dioses del Asgard estaban desesperados, por lo que Odín encargó a Skírnir, siervo de Frey, que cabalgara hasta Svartalfaheim, el reino de los enanos, para pedirles que fabricaran una ligadura irrompible. Éstos fabricaron una cinta liviana, sedosa y fina que, sin embargo, nadie podría romper, pues estaba fabricada con el sonido de la pisada de un gato, la barba de la mujer, las raíces de la piedra, los tendones del oso, el aliento del pez y la saliva del pájaro. La llamaron Gleipnir.

Llevaron al lobo a la isla Lyngvi, situada en el lago Ámsvartnir. Allí los dioses intentaron romper sin éxito la cadena ante Fenrir y atacaron el orgullo del lobo para que se dejase encadenar una tercera vez, alegando que sólo una criatura tan grande y poderosa como él podría liberarse con sencillez de una cuerda tan fina. Si no lo lograba, los dioses verían que no supondría ninguna amenaza y lo liberarían. Fenrir, receloso tras los dos anteriores intentos de encadenarlo aceptó, pero con la condición de que uno de los dioses metiera la mano en su boca mientras durase la prueba.

Todos los dioses se acobardaron, salvo Tyr, el dios de la guerra, que aceptó el trato del lobo. Tras innumerables intentos y de retorcerse, Fenrir se vio incapaz de liberarse y los dioses reían al ver al enemigo reducido, salvo Tyr, que efectivamente perdió la mano en las fauces de la bestia.

Odín luchando contra Fenrir en el RagnarökEmil Doepler
Una vez se aseguraron de que estaba preso, tomaron la cadena llamada Gelgja, que estaba unida a Gleipnir, y la hicieron pasar por la mitad de una enorme roca llamada Gjol, a la que hundieron en las profundidades de la tierra. Para más seguridad, ataron el otro extremo de la cuerda a una roca llamada Thvite y la hundieron aun a más profundidad.

Fenrir no dejaba de abrir sus monstruosas mandíbulas ni de retorcerse, intentando escapar, así que los dioses colocaron una espada en su boca, quedando el puño en su mandíbula inferior y la punta de la espada clavada en el paladar. De sus aullidos y de la espuma de su boca surgió un río, al que se le llamó Ván, por lo que a veces Fenrir recibe también el nombre de Vánagandr («monstruo del río Ván»). La única razón por la que los dioses mantuvieron a Fenrir con vida, aun a sabiendas de los males que traería, es que respetaban tanto su sagrada morada que no quisieron mancharla con la sangre del lobo.

Fenrir también tendrá protagonismo durante el Ragnarök, el fin del mundo de la mitología nórdica. La völva le contó a Odín en el poema Völuspa de la Edda poética que este lobo sería el que acabaría con él llegada la hora. Durante estos eventos habría crecido tanto que al correr con las fauces abiertas su mandíbula inferior tocaría la tierra y la superior los cielos, y más aún la abriría si tuviera espacio para ello, aparte de que también echaba fuego por los ojos y el hocico según cuenta Snorri Sturlson en la primera sección de su Edda prosaica, el Gylfaginning. Odín es devorado por Fenrir durante la batalla del Ragnarök, pero al instante es vengado por su hijo Vídar, el cual le pisa la mandíbula inferior y le agarra con una mano la superior, abriéndole las fauces hasta desgarrárselas, dándole muerte así al famoso lobo.

Fenrir siendo encadenado con la cuerda Gleipnir -  Dorothy Hardy

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